Imagina que la suerte te sonríe un viernes cualquiera y te toca la lotería. No hablamos de una fortuna descomunal, sino de una cantidad suficiente para cubrir la hipoteca un año, aprender un idioma o realizar un viaje en tren a través de América. Esa sensación eufórica te lleva, al llegar el lunes, a considerar la idea de hacer una pausa en tu vida. En España, esto es posible mediante la figura de la excedencia voluntaria, una opción regulada que, bien planificada, puede ser el paréntesis que muchos desean tomar, pero que pocos se atreven a solicitar.
La excedencia voluntaria es una suspensión del contrato laboral por decisión del trabajador. Aunque durante este tiempo no se percibe salario ni se cotiza a la Seguridad Social, el vínculo con la empresa se mantiene, y al finalizar, existe preferencia para retornar, siempre y cuando haya vacantes disponibles. No obstante, es crucial tener claro que la ley no garantiza necesariamente la reserva del puesto.
Para solicitarla, es necesario contar con una antigüedad mínima de un año en la empresa, y la duración puede ir de 4 meses a 5 años en la primera solicitud. Es posible repetir esta acción tras haber transcurrido al menos 4 años desde la anterior.
Las ventajas de la excedencia son palpables. Permite a los trabajadores desconectar, recobrar su salud mental y reordenar prioridades. Además, brinda la oportunidad de aprender nuevas habilidades o dedicarse a proyectos personales. Sin embargo, también hay riesgos. El tiempo de excedencia no cuenta para la antigüedad ni para prestaciones de desempleo. Además, la reincorporación es incierta si no hay vacantes, lo que lleva a que algunos jefes interpreten esta decisión como deslealtad.
Aspectos económicos son igualmente importantes: durante la excedencia, no se percibe sueldo, ni se cotiza, a menos que se opte por un convenio especial que lo permita. Aunque se mantiene la condición de asegurado en sanidad, es recomendable revisar la situación para evitar sorpresas.
Antes de tomar la decisión de solicitar una excedencia, es esencial trazar una hoja de ruta económica. Tener un plan bien definido para equilibrar gastos, cotización y sanidad es vital para disfrutar del tiempo fuera del trabajo. Durante este periodo, es posible trabajar en otros proyectos, siempre que se respeten los términos de no competencia y confidencialidad que se hayan firmado.
El proceso de solicitud debe ser cuidadoso: desde leer el convenio laboral, redactar una solicitud clara hasta enviar una notificación fehaciente a la empresa. Es recomendable no dejar cabos sueltos y preparar el terreno para una posible readmisión, asegurando la transferencia de tareas y revisando con antelación la posibilidad de reingreso.
Al final del periodo de excedencia, si surge la posibilidad de regresar, es necesario consultar sobre vacantes y tener listas propuestas que demuestren el valor adquirido durante el tiempo de ausencia. Esta estrategia servirá para evitar sorpresas desagradables y asegurar una reintegración fluida.
Finalmente, la excedencia voluntaria se presenta como una gran oportunidad para darse una pausa, reorientarse y volver con renovadas energías y habilidades. Sin embargo, es fundamental hacerlo con los documentos en regla y un plan sólido que apoye esta valiente decisión.