Un ataque aéreo israelí en Beirut ha resultado en la muerte de tres líderes del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), marcando la primera incursión israelí en la capital libanesa desde el conflicto de 2006 con Hezbolá. La ofensiva, ejecutada por un dron que impactó en un edificio del distrito de Cola, ocurrió en las primeras horas de la madrugada del lunes y destruyó por completo la vivienda de los militantes.
El FPLP ha confirmado que las víctimas son Mohamed Abdel Al, un comandante del grupo, e Imad Odeh, quien ocupaba el cargo de comandante militar en Líbano. La organización no ha escatimado en esfuerzos para expresar su pesar, proclamando públicamente su luto por lo que han denominado como «mártires del bombardeo de la ocupación.» Otras agrupaciones, como Yihad Islámica, también han lamentado la tragedia, condenando el ataque como un “crimen atroz”.
El impacto del bombardeo fue tan devastador que generó una columna de humo visible a varios kilómetros, lo que obligó a cientos de residentes a huir de sus hogares en busca de refugio en hospitales cercanos ante el temor de nuevos ataques. Equipos de rescate continuaban su labor entre los escombros, sin descartar que pudieran encontrarse más víctimas.
La crisis ha capturado la atención del Ministerio de Salud de Líbano, que ha informado que la cifra de fallecidos desde el inicio de los nuevos enfrentamientos, que han cobrado magnitudes alarmantes, asciende a 1.640, incluidos 104 niños y 194 mujeres. En septiembre, más de mil personas han perdido la vida, lo que ha llevado a comparaciones entre la actual situación y el devastador conflicto civil libanés y la guerra de 2006, según Jihad Saadeh, director del Hospital Rafik Hariri de Beirut.
Paralelamente, los ataques en Líbano no se han limitado a Beirut. Las Fuerzas de Defensa de Israel también han intensificado sus operaciones en el Valle de Bekaa, donde han llevado a cabo bombardeos con el objetivo de destruir lanzaderas de cohetes y arsenales de Hezbolá. En otro ataque, Hamás ha confirmado la muerte de su líder en Líbano, Fateh Sherif Abu el-Amin, junto a varios miembros de su familia.
La escalada de violencia y la persistente tensión en la región son evidentes, con un claro desdén por las normas humanitarias por parte de todas las partes involucradas. Este escenario plantea una situación insostenible para la población civil, cuyo sufrimiento se ve exacerbado por un conflicto que amenaza con rebasar límites ya de por sí críticos.