Andrés Calamaro y su banda ofrecieron un espectáculo inolvidable en el Monasterio de Uclés, un evento que fusionó la intimidad con la energía desbordante del rock. La velada comenzó con un emotivo saludo a «la España vaciada», lo que pronto encendió el entusiasmo del público. A medida que se interpretaba el ritmo contagioso de «Sin Documentos», los asistentes se levantaron de sus sillas para bailar, desafiando las normas de un lugar que ha sido símbolo de tranquilidad durante años.
El primer segmento del concierto estuvo repleto de temas bailable y cargados de sensualidad, como «Me arde», que rompieron con la solemnidad del entorno religioso. Calamaro, al celebrar esta subversión, transformó el escenario en un espacio vibrante, eliminando las sillas que solo servían de soporte para los bolsos. Interpretó clásicos de Los Rodríguez, como «A los ojos» y «Para no olvidar», evocando una nostalgia colectiva entre los presentes.
Un momento destacable fue su adaptación de «El día de la mujer mundial», que incorporó elementos de «Kashmir» de Led Zeppelin, mostrando la capacidad del artista para reinventar sus éxitos. Además, su «stand up fascista» introdujo un toque de humor ácido, con comentarios sobre la política actual y la memoria histórica de Argentina, desafiando la naturaleza conservadora del lugar.
La noche culminó con un repertorio que homenajeó la rica tradición romántica en español. Canciones como «Los aviones», «Tuyo siempre» y «Flaca» resonaron con la emoción del público, reflejando la complejidad del amor y el dolor en la historia argentina. La banda brilló con temas como «Clonzaepán» y «Circo», mientras que la emotiva «Paloma» provocó lágrimas entre los asistentes.
Finalmente, Calamaro cerró su actuación con tres bises, incluyendo la poderosa «Estadio Azteca», marcando el final de una experiencia subversiva y memorable en el ciclo UCLésMÚSICA, en un lugar donde la música ha dejado una huella imborrable.
vía: Diario de Castilla-La Mancha
