En la octava jornada del Grupo XVIII de Tercera RFEF, la atención se ha centrado en las sanciones impuestas por el Juez Único de Competición, que ha decidido castigar a varios jugadores tras diversas incidencias ocurridas durante los encuentros. Entre los más destacados se encuentran Enzo Ojeda e Israel Peter del Manchego, Elián del Calvo Sotelo, y los hermanos José Manuel y Carlos García del Manzanares. La razón principal de estas sanciones radica en acciones violentas y en la acumulación de amonestaciones durante los partidos.
En particular, la sanción a Enzo Ojeda ha sido objeto de debate, pues se impuso debido a una acción violenta que tuvo lugar en el transcurso del encuentro. A pesar de las alegaciones del Manchego en un intento por revertir la decisión, el Juez Único mantuvo la suspensión tras no encontrar errores en el acta arbitral que justificaran el reclamo. Asimismo, Israel Peter también recibió un partido de suspensión, esta vez en virtud de la acumulación de tarjetas, siendo insuficientes las pruebas presentadas por su club.
Otros jugadores como Elián y los hermanos García fueron sancionados por comportamientos que justificaron su expulsión. Los intentos de los clubes para anular estas decisiones tampoco tuvieron éxito, lo que subraya la rigurosidad en la aplicación de las normativas disciplinarias.
En contraste, el Manchego tuvo éxito en su apelación en favor de José Ramón ‘Choche’. Gracias a pruebas videográficas presentadas por el club, logró demostrar que no había justificación para la tarjeta amonestadora que se le había mostrado, resultando en la anulación de la misma.
No obstante, otra situación interesante ha surgido alrededor del cuerpo técnico del Manzanares. El Juez Único ha solicitado un informe aclaratorio al árbitro tras un partido disputado contra el Socuéllamos, debido a las dudas sobre cuál de los técnicos, Julián Alcolea o Reyes Abaldea, fue realmente expulsado. Este tipo de incidentes resalta los complejos desafíos que enfrenta la administración de justicia en el ámbito deportivo, donde la claridad y la precisión en las decisiones son esenciales para el correcto funcionamiento de la competición.