Ana Santisteban, originaria de Cuenca, ha dedicado casi tres décadas de su vida a la guitarra clásica, una pasión que la ha llevado a establecerse en Bruselas. Allí, combina su amor por la docencia con una búsqueda constante de nuevas propuestas artísticas, con la ambición de acercar su experiencia musical a nuevas generaciones. Desde que recibió su primera guitarra a los ocho años, Santisteban ha explorado a fondo este instrumento, y ahora busca ofrecer un enfoque sensorial que trascienda las simples notas musicales.
Su formación comenzó en Cuenca, pero la falta de oportunidades educativas en su ciudad natal la impulsó a mudarse a Murcia. «Sentía que tenía que perseguirlo», comenta Ana durante una entrevista en el Parque del Cincuentenario. Tras completar su formación inicial en España, decidió abrir horizontes en Europa y se trasladó a Bruselas, donde tuvo la suerte de estudiar bajo la tutela de la profesora Antigoni Goni.
En su trayectoria, Santisteban no solo finalizó sus estudios en Maastricht, sino que también inició su carrera docente en Bruselas. Esta labor le ha permitido no solo impartir conocimientos, sino también redimensionar su vida profesional, a pesar de sus frecuentes visitas a Cuenca para mantener el contacto con sus raíces.
Su amor hacia la guitarra empezó durante su infancia, a pesar de no provenir de un entorno familiar musical. Influenciada por veranos en Cádiz y un maestro que la motivó en sus momentos de duda, Ana ha cultivado su pasión incesantemente.
Actualmente, Santisteban presenta un espectáculo innovador que fusiona música, narración y experiencias olfativas. Con su proyecto, busca contar historias a través de la música y los aromas, creando una experiencia única para el espectador. Por ejemplo, en la obra «Invocación y danza» de Joaquín Rodrigo, el público es transportado a un ritual gitano mediante aromas de romero e incienso.
Ana es consciente de la necesidad de que los músicos se reinventen para atraer a un público joven. Considera que la forma tradicional de presentar conciertos ha quedado obsoleta, y que es esencial ofrecer experiencias que conecten más profundamente con la audiencia.
En su ruta hacia la exploración de nuevas fronteras artísticas, no descarta colaborar con otros artistas, como pintores o bailarines, e incorporar elementos visuales a sus conciertos. A pesar de las inquietudes suscitadas por la influencia de la Inteligencia Artificial en la música, tiene claro que la autenticidad del arte en vivo jamás podrá ser sustituida.
Reflejando sobre la cultura musical contemporánea, Santisteban observa una desconexión en la sociedad respecto a la música, lo que dificulta la valorización del papel del músico. Sin embargo, mantiene la esperanza de que las nuevas generaciones se interesen por el arte sonoro y hace un llamado a la colaboración entre todos los involucrados en su promoción.
Con una dedicación incansable, se esfuerza por comprender a cada uno de sus alumnos, convencida de que hay un inmenso potencial por descubrir en el ámbito musical. Su enfoque docente se centra en fomentar la sensibilidad musical y la apreciación del arte, con la firme creencia de que su trabajo contribuirá a un futuro donde la música clásica sea valorada y disfrutada por todos.
vía: Diario de Castilla-La Mancha
