Desde su ingreso en la Academia Militar de Zaragoza, la imagen pública de la princesa Leonor ha experimentado una notable transformación. Lejos de la supervisión constante que ejercía Zarzuela y del estricto control de su madre, la heredera al trono ha comenzado a disfrutar de una vida más independiente, incluyendo salidas nocturnas y encuentros con amigos que han captado la atención de los medios.
Sin embargo, este cambio ha suscitado reacciones mixtas entre la población. Algunos ven en su presencia en espacios de ocio una señal de modernización y cercanía con la ciudadanía, mientras que otros critican el despliegue de seguridad que la acompaña en cada salida. El mayor foco de malestar no radica necesariamente en las actitudes de la princesa, sino en el estricto control ejercido por su equipo de escoltas, lo que ha llevado a situaciones de tensión. En ocasiones, se requiere a los asistentes guardar sus teléfonos móviles o someterse a revisiones para evitar filtraciones de imágenes.
Las exigencias de seguridad han limitado la libertad de otros asistentes, provocando abucheos y comentarios críticos por parte de algunos jóvenes. Incluso se ha manifestado un rechazo hacia su presencia en ciertos locales, en respuesta a las restricciones impuestas por su equipo de protección. A pesar de que Leonor intenta mantener un perfil discreto, la presión ejercida por su entorno de seguridad ha convertido algunas de sus salidas en verdaderas polémicas mediáticas.
Las tensiones no han estado confinadas a España. Durante su reciente viaje a bordo del Juan Sebastián Elcano, las complicaciones también surgieron en el extranjero. En Brasil, por ejemplo, su equipo de seguridad generó descontento entre los asistentes de un local nocturno, quienes se mostraron confusos ante el estricto protocolo que se estaba implementando. La reacción del público obligó a los escoltas a gestionar la situación para evitar que se intensificara.
Estos episodios evidencian el complicado equilibrio que la Casa Real busca mantener entre proyectar una imagen accesible de la futura reina y garantizar su seguridad. No obstante, las crecientes tensiones en torno a sus apariciones públicas podrían llevar a Zarzuela a replantear su estrategia respecto a la visibilidad de Leonor en sus momentos de ocio. La situación actual plantea interrogantes sobre cómo se adaptará la institución a las expectativas de modernización y proximidad con la sociedad, sin comprometer la seguridad de su princesa heredera.