A pesar de lo sencillo que puede parecer hacer pan, con solo tres ingredientes básicos, conservarlo en buen estado es todo un reto. Si no se almacena adecuadamente, es probable que el pan pierda su frescura, se vuelva gomoso o, por el contrario, se endurezca. Además, las condiciones poco favorables pueden favorecer el desarrollo de moho, lo que lleva a tener que desechar el producto.
Un error común que cometen muchos a la hora de almacenar pan es recurrir a las bolsas de plástico. Aunque estas bolsas son prácticas y permiten un fácil transporte, no son una buena opción para conservar la frescura del pan. Expertos en panadería advierten que el uso de bolsas plásticas limita el intercambio de aire y humedad, lo que provoca que la corteza crujiente se vuelva blanda rápidamente. Además, las condiciones húmedas en el interior de estas bolsas son un caldo de cultivo ideal para hongos y bacterias, acelerando el deterioro del pan.
Para evitar estos problemas, se recomienda el uso de bolsas de papel. Estas permiten que el pan respire, lo cual ayuda a mantener su corteza y textura crujiente durante más tiempo. No obstante, es importante señalar que el pan puede endurecerse después de uno o dos días, por lo que se puede optar por bolsas de papel recubiertas de parafina, que ayudan a mantener la humedad controlada y prolongan la frescura del producto.
Una alternativa innovadora y ecológica son los envoltorios de cera de abeja, que permiten un equilibrio en la retención de humedad y la ventilación, manteniendo el pan fresco y libre de moho. Estos envoltorios no solo son reutilizables, sino que también son una opción más sostenible.
Además de estos métodos, las paneras ventiladas son otra opción eficaz para mantener el pan en casa, ofreciéndole un ambiente fresco. Sin embargo, si el pan no se consumirá en pocos días, la congelación se presenta como la mejor alternativa. Al congelar el pan, se puede conservar por más tiempo; sólo es necesario sacarlo del congelador y dejarlo descongelar cuando se desee disfrutar de su frescura.