El apagón nacional del lunes 28 de abril tuvo un impacto notable en la ciudad de Cuenca, interrumpiendo gran parte de la actividad comercial y alterando la vida cotidiana de sus habitantes. A pesar de la situación, los conquenses no se encerraron en sus hogares y decidieron salir a la calle, manteniendo la calma mientras esperaban la restauración del suministro eléctrico, que finalmente se resolvió a las 00:30 de la noche.
A las 16:00 horas, habían transcurrido más de tres horas desde el inicio del apagón. Muchos padres aguardaban en las puertas del Conservatorio de Música, confiando en que la interrupción del suministro sería breve. Sin embargo, la falta de luz impidió la reanudación de la actividad académica, y algunos profesores se vieron obligados a informar a los estudiantes sobre la situación.
Normalmente, la mayoría de los comercios en Cuenca cierran antes de las 17:00 horas, pero algunos establecimientos, contrariamente a lo esperado, decidieron abrir. La falta de electricidad dificultó el funcionamiento de los cierres automáticos, obligando a los empleados a cerrar manualmente o incluso a recurrir a cerrajeros.
La situación fue más complicada para los restaurantes y bares, que en su mayoría optaron por no abrir, aunque algunos intentaron atender a sus clientes en las terrazas. Los establecimientos de helados, especialmente en Carretería, utilizaron generadores eléctricos para evitar la pérdida de su mercancía. Mientras tanto, fruterías y tiendas de comestibles se mantuvieron en operación, al igual que algunos bazares que ofrecían productos como cargadores de móviles, velas y radios a pilas.
La mayoría de los supermercados tuvo que cerrar, aunque Mercadona logró atender a sus clientes gracias a su sistema de gasoil. Durante el apagón, la compra de productos como pan y embutidos se llevó a cabo de manera rápida, siempre manteniendo la serenidad y evitando el pánico entre los consumidores.
En las calles, la ausencia de semáforos planteó desafíos para el tráfico, lo que llevó a los agentes de movilidad a supervisar cruces críticos. Aunque se recomendó no utilizar el coche, muchos conquenses se encontraron imposibilitados de sacar el suyo del garaje debido a las persianas eléctricas.
A diferencia de lo que ocurrió durante la pandemia, cuando las calles quedaron desiertas, el apagón atrajo a más personas a las áreas públicas, que buscaban entretenimiento y compañía. En las terrazas y puertas de las tiendas, los ciudadanos intercambiaban especulaciones sobre las causas del corte de luz y compartían reflexiones sobre películas y series que retrataban situaciones similares.
Al caer la noche, los conquenses regresaron a sus hogares, muchos de ellos preparados para una cena fría. En la oscuridad, las estrellas brillaron intensamente, y finalmente, a las 00:30 horas, las luces se encendieron nuevamente, marcando el regreso de la normalidad en la ciudad.
vía: Diario de Castilla-La Mancha