Margarita Robles se encuentra en una encrucijada crítica en su rol como ministra de Defensa, enfrentando un continuo tira y afloja entre las demandas internas y las exigencias internacionales. Con casi siete años en el cargo, está en el camino de igualar el récord de Narcís Serra mientras navega por un dilema que podría marcar su legado: el embargo de armas a Israel, motivado por la crisis en Gaza, y la presión de la OTAN para aumentar el gasto militar.
Uno de los frentes más recientes es la proposición de ley que busca bloquear la venta de armas a naciones acusadas de genocidio, sin mencionar explícitamente a Israel. Esta medida podría complicar proyectos de las Fuerzas Armadas españolas, que dependen de tecnología israelí. Aunque Israel no adquiere sistemas críticos de España, sí exporta componentes esenciales para programas clave, como el vehículo Dragón 8×8 y el sistema de lanzacohetes Silam. Fuentes del sector sugieren soluciones alternativas, como triangular las compras a través de otros socios.
Desde el Ministerio de Defensa se minimiza el impacto de la propuesta, argumentando que el debate es más simbólico que práctico. Sin embargo, la tensión es palpable. La cancelación del contrato de balas israelíes para la Guardia Civil ha desatado preocupaciones sobre las posibles repercusiones internas dentro del Gobierno.
Por otra parte, la reciente cumbre de la OTAN en La Haya ha incrementado la presión sobre Robles, con un Estados Unidos liderado por Donald Trump demandando un incremento drástico del gasto militar español, proponiendo que España alcance un 3,5% del PIB en defensa. Actualmente, el país apenas roza el 1,4%, lo que genera resistencia ante las nuevas exigencias. Robles defiende que cualquier aumento debe estar basado en las capacidades reales de la industria, a pesar de que el Gobierno ya ha prometido una inyección de 15.000 millones para llegar al 2% en 2025.
Esta ambición plantea retos significativos, ya que muchos consideran que no existe un plan estratégico claro que respalde estas cifras. Los recelos son generalizados, tanto en el sector militar como entre expertos, quienes dudan de la viabilidad de cumplir con estos altos porcentajes en un contexto de burocracia y falta de presupuestos adecuados.
El desafío central que enfrenta Robles es la ausencia de un enfoque comunicado de forma efectiva. Mientras otros líderes, como Emmanuel Macron, destacan el rearme, incluso la simple mención de la defensa es evitada por Pedro Sánchez. Robles ha optado por no construir un discurso convincente, lo que se traduce en un desgaste notable. Actualmente, solo el 40% de la población apoya un aumento en el gasto en Defensa, y su imagen pública ha caído en picado, mientras surgen críticas internas, especialmente en contextos como la reciente feria FEINDEF.
A medida que se acercan elecciones europeas y se intensifican las presiones geoestratégicas, el camino por delante para Robles no será fácil. El reto es si España podrá articular una política de defensa sólida antes de que los desafíos acumulados resulten insostenibles.