La temporada de calçots ha alcanzado su máximo esplendor, atrayendo a entusiastas y curiosos en Cataluña y, cada vez más, en Madrid, quienes se reúnen alrededor de las brasas para disfrutar de este manjar singular. Originario de Valls, en Tarragona, el calçot es una hortaliza estrechamente relacionada con las cebollas y los puerros, pero su sabor y su forma de prepararlo lo convierten en una delicia única de la gastronomía española.
Con una tradición que remonta hasta los tiempos romanos en el siglo III, los calçots se asan a la brasa hasta que su capa exterior se vuelve carbonizada. Luego, se pelan a mano y se sumergen en salsa romesco antes de ser devorados. Este ritual culinario no solo se preserva en Cataluña, sino que también ha encontrado su lugar en Madrid, donde cada año más restaurantes incorporan esta exquisitez en sus menús.
Los restaurantes que se especializan en cocina catalana y los asadores con toques mediterráneos en Madrid han llevado la experiencia de la calçotada a la capital. Ofrecen menús que combinan, entre otros, embutidos, butifarra y crema catalana para culminar la experiencia gastronómica. Desde locales emblemáticos hasta propuestas innovadoras en la preparación de calçots, Madrid cuenta con una amplia variedad de opciones para quienes deseen deleitarse con este tesoro culinario sin necesidad de desplazarse a Cataluña.
La pasión por los calçots también ha trascendido a áreas más tranquilas y naturales, donde es posible disfrutar de este plato en un entorno sereno y tradicional. Localidades como Hoyo de Manzanares y El Pardo garantizan una auténtica experiencia catalana, llenando el invierno madrileño con el inconfundible aroma de las brasas y la salsa romesco.
De este modo, el calçot se establece como un emblema de la rica tradición culinaria española, superando las fronteras de su tierra natal para conquistar los paladares de todo el país. Un claro reflejo de cómo la gastronomía puede unir culturas y celebrar tradiciones que, generación tras generación, continúan deleitándonos.
