Las últimas filtraciones de audios entre el rey emérito Juan Carlos I y la actriz Bárbara Rey han encendido el debate sobre el rol del monarca durante el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. En estas grabaciones, Juan Carlos I se ríe del silencio del general Alfonso Armada, quien fue uno de los principales impulsores del golpe. Este hecho ha desatado nuevas especulaciones sobre las posibles implicaciones y secretos que el exmonarca podría estar ocultando.
Las conversaciones revelan un nuevo matiz sobre la imagen que Juan Carlos I ha promovido como defensor de la democracia. A lo largo de las décadas, el rey ha subrayado su papel en la consolidación de la democracia española tras el franquismo. Sin embargo, los audios sugieren que hubo momentos de silencio por parte de figuras clave, lo que plantea interrogantes sobre la integridad de su relato histórico.
Armada, amigo cercano de Juan Carlos I y figura central en el 23-F, fue condenado a 30 años de prisión por su participación en el golpe, aunque posteriormente fue indultado. Su relación con el rey ha sido objeto de especulaciones, en gran parte debido a su cercanía y a los altos cargos que ocupó en la Casa Real antes de su destitución. En las grabaciones, también se menciona a Sabino Fernández Campo, quien asumió el cargo de secretario general de la Casa del Rey tras la salida de Armada. A diferencia de Armada, Fernández Campo mantuvo una postura más crítica respecto a ciertos comportamientos del rey, lo que generó un distanciamiento entre ambos.
Además, se destaca la preocupación de Juan Carlos I por el resurgimiento del sentimiento republicano entre la izquierda española en la década de 1990. En sus pláticas con Bárbara Rey, el rey expresa su inquietud ante la aparición de movimientos que cuestionan la monarquía, impulsados por intelectuales y sectores del PSOE y de Izquierda Unida. Para él, este fenómeno era consecuencia de la erosión del gobierno de Felipe González, percibiéndolo como una amenaza para la estabilidad de la monarquía.
Las grabaciones no solo revelan los dilemas que afrontaba el rey, sino también sus comentarios sobre figuras políticas, insinuando un contexto de tensión y temor. Bárbara Rey, quien temía por su propia vida al conocer ciertos secretos, plantea que la información que poseía podría poner en peligro la corona, confirmando que las piezas del rompecabezas sobre el 23-F y la historia reciente de España aún no están completamente encajadas.