Ibrahima Koné llegó al Almería con grandes expectativas. A sus 26 años y con un costo de 7,5 millones de euros, fue visto como el nuevo referente en la delantera bajo la dirección de Rubi. Sin embargo, su sueño se complicó tras sufrir una fractura con luxación de tobillo durante un amistoso con su selección, lo que lo obligó a un largo proceso de recuperación y a replantear su carrera futbolística. Ese instante desafortunado lo condenó a un tiempo en el que el fútbol dejó de ser una promesa y se convirtió en un desafío constante.
Tras regresar a las canchas en mayo de 2024, Koné no logró reencontrar su instinto goleador. Con el temor aún presente y tras un episodio de problemas de salud que lo afectaron en 2022, su camino parecía lleno de obstáculos. A pesar de estos retos, la llegada de su hija se presenta como un resquicio de esperanza en su vida. Aun cuando su cuerpo le fallaba, esta nueva paternidad se convirtió en un baluarte emocional que lo motivaba a seguir adelante, recordándole que en la vida siempre hay razones para luchar.
Actualmente, Koné se encuentra en un limbo futbolístico tras una cesión breve al Al-Okhdood de Arabia Saudí, y un regreso a un Almería que parece no contar más con él. A pesar de un contrato que se extiende hasta 2029, su situación es incierta, entrenando en solitario y esperando una nueva oportunidad que reavive su carrera. Con las cifras de goles del pasado aún resonando en su mente, la historia de Ibrahima Koné está lejos de cerrarse, aunque el dilema persiste: ¿será capaz de superar sus adversidades y reclamar su lugar en el fútbol, o su talento se quedará atrapado en lo que pudo ser?