El Banco Central Europeo (BCE) ha tomado la decisión de reducir los tipos de interés en 25 puntos básicos, estableciendo la tasa de depósito en un 3,50%. Esta medida fue anunciada en un contexto de inflación aún alta, aunque se observan signos de moderación en las presiones sobre los costos laborales. A partir del 18 de septiembre de 2024, las operaciones principales de financiación verán una reducción a un 3,65%, mientras que la facilidad marginal de préstamo se situará en 3,90%. Con este cambio, el BCE retoma su ciclo de flexibilización monetaria, que se había pausado en julio, reafirmando su compromiso de estabilizar los precios.
A pesar de estos esfuerzos, la inflación en la zona euro se mantiene por encima del objetivo del 2%. En agosto, la tasa interanual se registró en el 2,2%, una ligera disminución desde el 2,6% de julio. Este descenso ha sido parcialmente impulsado por la moderación en los precios de la energía, aunque los costos de los alimentos frescos han tenido un leve repunte. La inflación subyacente, que excluye los precios más volátiles de energía y alimentos, se ha mantenido en un 2,8%.
Las proyecciones económicas del BCE para los próximos años muestran una inflación general estimada en un 2,5% para 2024, 2,2% en 2025 y 1,9% en 2026. Sin embargo, las expectativas de crecimiento del PIB se han ajustado a la baja, esperando un crecimiento de apenas 0,8% en 2024, seguido de un 1,3% en 2025 y un 1,5% en 2026. Estos cambios reflejan el impacto de las condiciones de financiación restrictivas y la debilidad en el consumo privado.
Además, el BCE ha reiterado su decisión de seguir reduciendo gradualmente sus programas de compra de activos. El Programa de Compras de Emergencia frente a la Pandemia (PEPP) experimentará una disminución mensual de su cartera de aproximadamente 7.500 millones de euros, con el objetivo de finalizar las reinversiones a finales de 2024. Por su parte, el Programa de Compra de Activos Tradicionales (APP) seguirá un camino similar, con una reducción constante en sus inversiones. La postura del banco central se mantiene firme en la lucha por controlar la inflación y llevarla nuevamente a su objetivo del 2%, ajustando la política monetaria en función de los datos económicos que se presenten en las futuras reuniones.