El dolor crónico se ha convertido en una problemática de salud pública en España, afectando a un 25,9% de la población adulta, lo que equivale a más de 9 millones de personas. Esta situación se refleja de manera similar en el País Vasco, especialmente entre mujeres y personas mayores de 65 años. En la provincia de Gipuzkoa, los tipos de dolor más comunes son la lumbalgia, la migraña y el dolor neuropático, condiciones que afectan gravemente la calidad de vida de quienes las padecen, impactando no solo en su bienestar físico, sino también en su sueño, estado emocional y productividad laboral.
El Dr. Juan Martínez, anestesiólogo en Policlínica Gipuzkoa, subraya la importancia de no esperar a que el dolor sea insoportable para buscar ayuda en una Unidad del Dolor. Asegura que el 98,7% de los procedimientos realizados en su unidad son ambulatorios, lo que facilita que los pacientes puedan regresar a sus hogares y retomar sus actividades cotidianas de manera rápida.
Dentro de las estadísticas, la lumbalgia destaca como la causa más frecuente de dolor crónico en España, afectando al 58,1% de los pacientes diagnosticados. Le siguen la migraña, que afecta al 31,5%, y el dolor osteoarticular. Estas afecciones no sólo generan un sufrimiento físico, sino que también pueden conducir a un aislamiento social y problemas de salud mental, como ansiedad y depresión.
A pesar de la gravedad de esta situación, el Dr. Martínez ofrece un panorama optimista al mencionar las técnicas avanzadas disponibles hoy en día para el tratamiento del dolor crónico. Procedimientos como la radiofrecuencia pulsada, la neuromodulación y las infiltraciones ecoguiadas permiten un tratamiento más preciso y adaptado a las necesidades individuales de los pacientes.
El enfoque actual promueve un abordaje multidisciplinario que incorpora psicología, fisioterapia y educación en el manejo del dolor, contribuyendo así a un tratamiento más integral y eficaz. Juan Martínez concluye que «con las herramientas adecuadas, podemos controlar el dolor, reprogramar la respuesta del cerebro y, en última instancia, recuperar la calidad de vida».