El reciente encuentro de balonmano dejó huella tanto en los aficionados como en el cuerpo técnico del Caserío, con Santi Urdiales, su entrenador, a la cabeza. Tras la victoria frente al equipo malagueño, Urdiales no escatimó en elogios hacia dos elementos clave que impulsaron el éxito del equipo: la férrea defensa y el apoyo incondicional de la afición.
La defensa, que ha sido objeto de intensas horas de entrenamiento, se convirtió en un verdadero baluarte durante el partido, desdibujando las posibilidades de ataque del adversario. La solidez que mostró el Caserío demuestra que, en el balonmano, una preparación física adecuada y una táctica bien definida son fundamentales no solo para ganar partidos, sino también para forjar una identidad como equipo. Urdiales, fiel a su filosofía, subraya la importancia de mantener un equilibrio entre defensa y ataque para alcanzar el éxito en la liga.
Dentro de este cóctel de factores que llevaron al triunfo, la presencia y el fervor de la afición se alzaron como un factor diferencial. Urdiales destacó que el respaldo del público no solo motivó a sus jugadores, sino que también creó un ambiente casi imbatible en las gradas. La conexión entre el equipo y sus seguidores se percibe más fuerte que nunca, lo que podría ser un indicativo de un camino prometedor para el Caserío en el futuro.
Este triunfo sobre Málaga no solo sumó valiosos puntos en la tabla, sino que también revitalizó la moral del equipo y sus aficionados, cimentando un optimismo que se traduce en una temporada llena de nuevas esperanzas y posibles éxitos deportivos. El Caserío se muestra decidido a mantener esta inercia positiva, bien respaldado tanto por su sólida estrategia defensiva como por la energía contagiosa de su fiel afición.
