Ante los crecientes rumores sobre la vida privada de Felipe VI, el rey emérito tomó decisiones estratégicas para reforzar su imagen pública. Desde hace décadas, la monarquía española se ha visto sometida a un estricto control de su imagen, especialmente en lo que respecta a la esfera personal de sus miembros. Juan Carlos I, consciente de la relevancia del prestigio de la Corona, tomó medidas para evitar especulaciones en torno a su heredero, Felipe VI. La escasa vida amorosa del actual rey contrastaba notablemente con la del emérito, lo que alimentaba rumores que no eran bien recibidos en el seno de la familia real.
Durante su reinado, Juan Carlos I fue vinculado a numerosos romances, mientras que Felipe VI se mantuvo en un perfil mucho más reservado en el ámbito romántico. Esto dio pie a conjeturas sobre su orientación sexual, lo que llevó a Juan Carlos I a intervenir directamente para moldear la percepción pública acerca de su hijo. Según Laura Rodríguez, experta en la Casa Real, tanto el exmonarca como la reina Sofía mostraban poco tolerancia ante ciertos comentarios, haciendo imprescindible neutralizar cualquier rumor que pudiera surgir.
En este contexto, la llegada de Eva Sannum a la vida de Felipe VI se percibió como un movimiento estratégico para consolidar su imagen como un hombre con intereses románticos convencionales. El entorno de Juan Carlos I buscó una pareja que encajara con los estándares esperados para el heredero al trono, y Sannum, una modelo noruega con proyección internacional, se convirtió en la compañera ideal para acompañar al entonces Príncipe de Asturias en diversos eventos.
El romance entre ambos fue cuidadosamente presentado en público, lo que llevó a los medios a centrar su atención en la relación. Esta estrategia parecía tener efecto, y durante un tiempo, las especulaciones sobre la vida privada de Felipe VI comenzaron a desvanecerse. Eva Sannum, con su figura elegante y moderna, encajaba perfectamente con la imagen que la Casa Real deseaba proyectar.
No obstante, la situación dio un giro inesperado cuando Eva Sannum apareció en la portada de una revista alemana posando en ropa interior, lo que desató un escándalo que puso en jaque la percepción pública de la familia real. La Casa Real reaccionó rápidamente ante esta influencia del mundo del modelaje que, a su juicio, no se alineaba con los valores tradicionales que intentaban preservar.
La decisión fue contundente: Eva Sannum fue apartada del círculo cercano de Felipe VI, y su relación llegó a su fin. Lo que había comenzado como un intento por disipar rumores terminó en una separación impuesta por la familia real. La prioridad indiscutible fue proteger la imagen institucional de la Corona, y cualquier elemento que pudiera amenazarla debía ser eliminado del espacio público.
