En una decisión que ha generado gran controversia, los embajadores de la Unión Europea han ratificado un mandato negociador que establece las bases para una infraestructura de vigilancia masiva permanente. Esta medida contrasta con las afirmaciones que sugieren que la UE se está alejando del conocido ‘Control de Chat’. Patrick Breyer, defensor de la libertad digital y experto reconocido en el tema, advierte a los medios y al público que no se dejen llevar por la etiqueta de «voluntario» que acompaña al acuerdo.
Aunque se ha eliminado la obligación de escanear comunicaciones, el texto acordado encierra un marco legal que promueve la vigilancia indiscriminada por parte de grandes compañías tecnológicas estadounidenses. Este acuerdo implica la implementación de controles de edad obligatorios para todos los usuarios de Internet y podría resultar en la exclusión de adolescentes de muchas interacciones digitales.
Breyer expresó su preocupación al afirmar que «Los titulares son engañosos: el Control de Chat no ha muerto, simplemente se está privatizando. Lo que el Consejo respaldó hoy es un Caballo de Troya». Al enfatizar la gravedad de la situación, sostuvo que la legitimación del escaneo masivo por parte de corporaciones estadounidenses, sin la necesidad de una orden judicial, y la eliminación del anonimato en línea representan un grave riesgo para la privacidad.
El mandato del Consejo contrasta notablemente con la posición del Parlamento Europeo, que aboga por que la vigilancia se dirija solo a sospechosos y que los controles de edad sean opcionales. Esta discrepancia resalta tres amenazas fundamentales que, según los analistas, han pasado desapercibidas en el debate público.
La primera amenaza es que el término “voluntario” encubre la posibilidad de un escaneo masivo y sin restricciones. Bajo esta normativa, empresas como Meta y Google podrían escanear todos los chats privados sin necesidad de orden judicial. Esta realidad no solo incluye encontrar contenido ilegal, sino que permite el escaneo de comunicaciones personales utilizando algoritmos mal calibrados que han demostrado ser poco confiables.
La segunda amenaza se refiere a la eliminación de la comunicación anónima, ya que se requerirá que todos los usuarios verifiquen su edad. Esta exigencia podría forzar a los ciudadanos a subir identificaciones o someterse a escaneos faciales para acceder a servicios básicos, eliminando una vía crucial para quienes buscan ayuda o protección en línea.
Por último, el texto propuesto podría imponer condiciones severas que impidan a los menores de 17 años el uso de servicios de mensajería y aplicaciones sociales como WhatsApp e Instagram, generando lo que algunos han denominado un «Arresto Domiciliario Digital» que aísla a los adolescentes de sus círculos sociales y educación.
A pesar de que esta votación no fue unánime, con la República Checa, Países Bajos y Polonia votando en contra y la abstención de Italia, el proceso de negociación tiene como objetivo finalizar un acuerdo antes de abril de 2026. Breyer concluye su intervención con una advertencia: «Nos enfrentamos a un futuro donde necesitarás una tarjeta de identidad para enviar un mensaje, donde una IA extranjera decide si tus fotos son sospechosas. Esto no es una victoria para la privacidad; es una catástrofe inminente».
Esta noticia marca un punto crítico en el debate sobre privacidad y vigilancia en la era digital, donde las decisiones legislativas pueden tener implicaciones duraderas para la libertad civil en Europa.

