Diez agentes de las Unidades de Intervención Policial (UIP) han sido enviados desde Valencia a Palma como refuerzo para la temporada estival, pero se encuentran en una situación insólita: desde el lunes, están sin alojamiento tras ser «literalmente expulsados» del hotel donde estaban hospedados. La denuncia, realizada por el sindicato Jupol, revela un profundo desamparo institucional que deja a quienes custodian la seguridad de la Casa Real y el Palacio de Marivent durmiendo a la intemperie.
El anticipo de dietas proporcionado a los agentes ha sido calificado de «insuficiente» desde el primer día y se ha agotado sin que la Dirección General de la Policía (DGP) activara un plan de contingencia. Aún les quedan siete días de servicio, pero nadie les ha indicado dónde pasar la noche, lo que subraya un sistema colapsado: adelantos sin pagar, normativas obsoletas y un alto coste de vida en Baleares que dificulta encontrar alojamiento asequible en verano.
Este incidente no es un caso aislado; Jupol lo describe como «la punta del iceberg» de una crisis más amplia que se ha arrastrado durante años, caracterizada por comisarías sin climatización, vehículos en mal estado y facturas pendientes por servicios básicos. El sindicato critica que quienes protegen instituciones públicas sean tratados con tanta negligencia y acusa al Gobierno de tener un real decreto de dietas desfasado y de falta de voluntad política para actualizarlo.
El descontento entre el personal policial es palpable. Mientras Moncloa gastó 66.000 euros en una cena para la ONU, los agentes de Palma se enfrentan a condiciones laborales pésimas. La situación se torna insostenible cuando los policías se preguntan cómo pueden garantizar su operatividad si ni siquiera tienen un lugar donde descansar.
Ante la falta de soluciones, Jupol ha advertido sobre la posibilidad de acciones legales y protestas a nivel nacional. La imagen de estos diez agentes con sus maletas a cuestas, sin instrucciones ni respaldo, contrasta con la solemnidad de su trabajo, evidenciando el abandono sistemático de un cuerpo al que se le exige mucho, pero se le brinda poca protección. Mientras tanto, la pregunta resuena entre sus compañeros: ¿Quién vela por quienes nos velan a todos?