En una emocionante final de la Liga de Naciones, celebrada en Múnich, España se enfrentó a Portugal en un partido lleno de intensidad y drama. El equipo dirigido por Luis de la Fuente inició el encuentro con una energía notable, logrando adelantarse en dos ocasiones con goles de Martin Zubimendi y Mikel Oyarzabal. Ambos tantos evidenciaron la capacidad ofensiva de la selección española, la cual jugó con determinación y confianza.
A lo largo del partido, España intentó consolidar su ventaja, pero Portugal no se dejó amedrentar y, a pesar de los esfuerzos de su rival, logró igualar el marcador. El desenlace del tiempo reglamentario encontró a ambos equipos empatados, llevando el partido a una tanda de penaltis. La presión durante los lanzamientos fue palpable, con cada jugador al límite de sus capacidades, reflejando la relevancia del título en disputa.
Finalmente, Portugal se proclamó campeón tras superar a España en la serie de penaltis. Esta victoria dejó a la selección española con un sabor agridulce, ya que, a pesar de haber mostrado un juego prometedor, no lograron capitalizar las oportunidades que se presentaron. La final no solo destacó la feroz competencia entre ambos equipos, sino que también dejó la puerta abierta para futuras rivalidades en el ámbito internacional.