La situación política en la Comunidad Valenciana vive momentos de gran tensión a raíz del escándalo conocido como «El Ventorro», que ha comprometido no solo la imagen del presidente autonómico, Carlos Mazón, sino también la de Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular (PP). Este escándalo ha sido amplificado por la devastadora DANA del 29 de octubre de 2024, que dejó 224 muertos en la región. En lugar de atender la emergencia, Mazón optó por un almuerzo en El Ventorro, cuyo carácter ha mutado en las declaraciones oficiales; de ser un encuentro «privado», pasó a ser un «trabajo» para finalmente ser catalogado como una «reunión del partido».
La tardanza de Mazón en aparecer en el Centro de Coordinación de Emergencias durante las horas críticas ha avivado la indignación en la ciudadanía. Las críticas hacia su gestión no solo se han arraigado en Valencia, sino que han alcanzado a la cúpula del PP, arrastrando a Feijóo a una crisis de liderazgo. La falta de respuesta efectiva en los momentos más cruciales ha dejado entrever las deficiencias en la gestión de la emergencia, convirtiendo a Mazón en el blanco de las protestas.
Las declaraciones de Feijóo complican aún más su situación. Afirmó que Mazón lo mantuvo informado «en tiempo real» sobre la situación, pero el registro de llamadas de la Generalitat no respalda esta afirmación, lo que ha dado lugar a dos inquietantes hipótesis: que Feijóo estaba exagerando su conocimiento de los hechos para proteger a su compañero, o que ambos estaban más conectados de lo que admiten, sugiriendo la posibilidad de que Feijóo se encontrara en El Ventorro el día de la tragedia.
La crisis no solo afecta a Mazón, quien se encuentra en una posición comprometida, sino que también ha creado un dilema para Feijóo, quien necesita mantener el apoyo en la Comunidad Valenciana para su estrategia electoral. Por un lado, defender a Mazón podría hacerle perder credibilidad; por otro, distanciarse de él podría generar una crisis interna en su partido. Hasta ahora, Feijóo ha optado por un enfoque tibio, criticando la gestión de Mazón con matices, pero esta falta de contundencia ha intensificado la indignación entre la población.
El caso de El Ventorro no es solo una anécdota de la gestión de una emergencia, sino que se ha erigido como un símbolo de la desconexión política. Con las manifestaciones creciendo en número y en fervor, la presión sobre Feijóo está aumentando. La falta de respuestas claras por su parte solo alimenta la percepción de opacidad y encubrimiento del PP. La pregunta que muchos se hacen es: ¿hasta cuándo podrá Feijóo permanecer en silencio sobre lo sucedido? Su aparente conocimiento de los hechos, o al menos su eventual desinformación, lo coloca en una encrucijada que podría definir su futuro político.