El aire acondicionado del Palacio de Congresos de Sevilla (Fibes) trabaja a pleno rendimiento para combatir los 42 grados que asfixian a los 70 líderes mundiales reunidos en la IV Conferencia Internacional de Naciones Unidas sobre Financiación al Desarrollo. En este escenario, el rey Felipe VI y Pedro Sánchez posan en una foto de familia que proyecta armonía, mientras el presidente recalca la urgencia de combatir la pobreza y el cambio climático. Sin embargo, la ironía no pasa desapercibida: ¿cómo hablar de sostenibilidad con los termostatos al límite? Apenas unas horas antes, Carlos Alsina, de Onda Cero, planteó una pregunta incómoda: "¿Es este el mismo Sánchez que lleva años arrinconando la reforma de la financiación autonómica prometida a Junqueras o la demanda de los municipios?"
Mientras la diplomacia se ejerce en Fibes, a 540 kilómetros, en Madrid, otro tipo de calor abrasa al PSOE. Santos Cerdán, secretario de Organización del partido, es investigado por la UCO por un presunto enriquecimiento irregular. Hace siete meses, en ese mismo escenario sevillano, Sánchez lo blindaba como "víctima de bulos". Hoy, el relato se agrieta: "Es el hombre que presume de pagar impuestos mientras la UCO sigue la pista de ingresos no declarados", recordaba Alsina. Este derrotero de Cerdán —unido a los casos Koldo y Ábalos— resucita un fantasma que Ferraz preferiría enterrar: la financiación opaca del partido.
El PP no desaprovecha la ocasión y ha citado a declarar en el Senado a Antxón Alonso, socio de Cerdán en la empresa Servinabar, en un intento por desnudar la posible relación entre negocios privados y cargos públicos. En el mientras tanto, Cerdán se prepara para presentarse como víctima de una "cacería política", aunque los audios filtrados por el periodista Víctor de Aldama complican su estrategia. La Fiscalía incluso evalúa solicitar prisión preventiva por riesgo de fuga o de destrucción de pruebas. "¿Llevará la muda en la mochila?", se cuestionaba sarcásticamente Alsina.
Las cuentas pendientes de Sánchez
El presidente se enfrenta a un desafío doble: liderar discursos globales mientras su partido se defiende de escándalos. Alsina lo retrata con crudeza: "Un mandatario sin margen para presentar Presupuestos, sin someterse a una cuestión de confianza, no parece el más indicado para hablar de financiación". La sombra de los sobresueldos en el Ministerio de Transportes y los gastos excesivos de Koldo García —el exasesor que habría alertado a un gerente hoy “recolocado en una empresa pública”— alimentan la desconfianza.
El PSOE espera que la investigación no salte de Cerdán a las arcas del partido. Sin embargo, con dos secretarios de Organización investigados en ocho años (el anterior, Javier Fernández, también por corrupción), la incertidumbre planea: ¿cuánto sabe Ferraz? Alsina lo resumía con una frase que retumba en los pasillos del Congreso: "Sánchez nunca detectó lo que la UCO le mostró después. Ni en Cerdán, ni en Koldo, ni en Ábalos".
Mientras Sevilla debate el futuro del planeta, Madrid escarba en el pasado reciente. Dos caras de una España donde las promesas colisionan con los tribunales, y donde cada fotografía oficial oculta un interrogante. La pregunta permanece en el aire: ¿quién paga, al final, los platos rotos?
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