Al final de la segunda temporada de House of the Dragon, la situación de Aegon Targaryen toma un giro inesperado. El rey usurpador, que ya no se encuentra postrado en la cama, huye de Westeros en un carruaje disfrazado, oculto entre jaulas de gallinas, en compañía de su aliado Larys Strong. Esta escapatoria se produce en un intento desesperado por evitar el asesinato a manos de su hermano menor, Aemond Targaryen, quien está ansioso por obtener el poder que su hermano ostenta.
A pesar de que Aegon no desea huir del trono, Larys le ofrece una chispa de esperanza, prometiéndole que algún día regresarán para reclamar la gloria y la corona que le pertenecen. Sin embargo, el camino por delante es complicado, ya que su madre, Alicent Hightower, también juega un papel crucial en esta mucho más intrincada situación. En un intento por poner fin a la guerra de manera rápida, Alicent viaja en secreto a Dragonstone para ofrecer a Rhaenyra una ventaja: durante el vuelo de Aemond a Harrenhal, Rhaenyra podría tomar King’s Landing con la promesa de que los guardias no se resistirían.
No obstante, Rhaenyra tiene otras intenciones y cree que para asegurar su victoria es necesario eliminar a Aegon. A pesar de ser una madre protectora, Alicent se encuentra atrapada en un dilema moral y accede a sacrificar la vida de su hijo en nombre de un bien mayor. Sin embargo, el plan se desmorona cuando Rhaenyra intenta localizar a Aegon para ejecutarlo, solo para descubrir que su hijo ha desaparecido sin dejar rastro.
Esta ingeniosa fuga tiene eco en el libro Fire & Blood de George R. R. Martin, donde Aegon también implementa un plan de escape similar, disfrazándose y escondiéndose en un bote de pesca. La serie adapta este tema, mostrando a Larys no solo como un aliado, sino como un mentor para Aegon, enseñándole que aún puede poseer poder a pesar de sus limitaciones y asegurando su bienestar financiero al trasladar su oro al Banco de Hierro en Braavos. Este tesoro será crucial para mantener su clandestinidad mientras el futuro del trono Targaryen pende de un hilo y la historia de Westeros sigue su curso impredecible.