Los ciudadanos de Groenlandia han acudido a las urnas en una jornada electoral que ha puesto de manifiesto el ferviente debate sobre su futuro político. Con todos los partidos representados en el parlamento a favor de la independencia, han surgido divergencias en cuanto al ritmo y las condiciones para lograrla. Mientras algunos sectores reclaman una aceleración en el proceso, otros advierten sobre los posibles desafíos económicos y legales que implicaría una ruptura con Dinamarca.
El actual marco legal permite a la isla declarar su independencia, siempre y cuando así lo desee su población a través de un referéndum. El Estatuto de Autonomía de 2009 establece que la decisión final corresponderá a los groenlandeses, lo que abriría la puerta a negociaciones con Copenhague para definir los términos de dicha separación. La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, ha confirmado que Dinamarca respetará la voluntad de los votantes, aunque no se han establecido plazos concretos para una eventual independencia.
Uno de los temas más controvertidos es la definición del electorado en un posible referéndum. La legislación actual no aclara quién se considera parte del “pueblo de Groenlandia”, lo que ha llevado a discusiones sobre la posible limitación del voto a los inuit, excluyendo a los daneses que residen en la isla. El partido Naleraq, uno de los principales defensores de la independencia, ha propuesto la creación de un registro étnico, una idea que ha encontrado resistencia entre expertos legales, quienes señalan que tal sistema podría vulnerar derechos fundamentales y complicar el proceso jurídico.
Además de los aspectos legales, el debate se centra también en la viabilidad económica de una Groenlandia independiente. En la actualidad, la isla depende de transferencias económicas de Dinamarca, que constituyen aproximadamente un tercio de su Producto Interno Bruto (PIB). Diversos informes apuntan a que la transición hacia una soberanía plena requeriría la diversificación de su economía, que en gran medida se basa en la pesca y los recursos naturales.
En este contexto, el interés internacional, especialmente de Estados Unidos, también juega un papel crucial. La oferta del expresidente Donald Trump de comprar Groenlandia en 2019, a pesar de haber sido rechazada, ha reavivado discusiones sobre la influencia de Washington en el futuro de la isla y su impacto en un potencial proceso de independencia. La situación en Groenlandia continúa evolucionando mientras los ciudadanos y líderes políticos reflexionan acerca de un futuro incierto pero prometedor.