El último domingo, la pasión por el baloncesto invadió las localidades de Valdepeñas, Villarrobledo, Tobarra y Consuegra durante la primera parada del Circuito Benjamín Globalcaja 2025-2026. Este evento deportivo reunió a un total de 26 equipos de diversas partes de la región, reflejando el entusiasmo de los jóvenes deportistas que están dando sus primeros pasos en el mundo del deporte.
Con aproximadamente 2000 aficionados llenando las gradas de los pabellones, el ambiente fue electrizante. Familias y amigos no quisieron perderse la oportunidad de ver en acción a las futuras estrellas del baloncesto. Los sonidos de las pelotas rebotando en la cancha se mezclaban con risas y gritos de apoyo, convirtiendo la jornada en una auténtica celebración de convivencia y amor por el juego.
Los jóvenes jugadores, en su mayoría nuevos en la competitividad, exhibieron una gama de emociones entre el nerviosismo y la alegría. Ataviados con sus camisetas de colores, cada canasta anotada provocaba saltos de felicidad y desbordante energía, contagiando a sus seguidores en las gradas. Aunque algunos de ellos estaban en sus primeras experiencias deportivas, se podía percibir el esfuerzo y la dedicación que habían invertido en sus entrenamientos previos.
El Circuito Benjamín no solo buscó ofrecer un espacio para la competición, sino que también se convirtió en un punto de encuentro fundamental para padres y simpatizantes. Durante la jornada, se promovió un ambiente de interacción y alegría, donde las sonrisas y los abrazos entre familias y entrenadores eran tan evidentes como las jugadas en la cancha. Este tipo de actividades refuerzan los lazos comunitarios y el sentido de unidad en torno al baloncesto.
Además, el circuito trata de inculcar desde temprana edad valores como la amistad, el respeto y el trabajo en equipo. Respaldado por la colaboración de los clubes locales, se sienta así una sólida base que augura un futuro prometedor para el baloncesto en la región.
Al finalizar la jornada, se podía apreciar el cansancio, pero también la satisfacción en los rostros de todos los participantes. Cada uno regresó a casa con historias y recuerdos invaluables, mientras esperan con entusiasmo el próximo encuentro en una nueva parada del Circuito. La experiencia no solo fue un evento deportivo; fue una reafirmación del espíritu comunitario y del amor por el baloncesto que une a todos los involucrados.

