Alemania ha acudido a las urnas y los primeros sondeos a pie de urna indican que la Unión Demócrata Cristiana (CDU/CSU) se alza con la victoria en las elecciones federales, logrando 187 escaños en el Bundestag. Este resultado la posiciona como la formación política con mayor representación, relegando al Partido Socialdemócrata (SPD) a la tercera posición, que obtiene 108 escaños.
Este escenario abre la posibilidad de una nueva Gran Coalición entre la CDU y el SPD, similar a aquellas que han gobernado el país en múltiples ocasiones. Sin embargo, la fragmentación del parlamento y el aumento de la ultraderecha plantean importantes retos para las negociaciones que darán forma al próximo gobierno.
Uno de los fenómenos más destacados de estas elecciones es el contundente ascenso de Alternativa para Alemania (AfD), que, con 131 escaños, se consolida como la segunda fuerza política del país. Este crecimiento representa un desafío para los partidos tradicionales, que han descartado cualquier tipo de alianza con esta formación de extrema derecha.
El nuevo panorama en el Bundestag también contará con la presencia de los Verdes, que obtienen 79 escaños, consolidándose como actores clave en la política climática. Die Linke se queda con 59 escaños, resistiendo a pesar de su debilitamiento, mientras que el FDP (Partido Democrático Liberal) reduce su representación a 33 escaños, igual que el BSW (Bündnis Sahra Wagenknecht), que confirma su irrupción en la cámara.
Frente a estos resultados, la CDU tiene por delante diversas opciones para formar gobierno. La más factible parece ser la Gran Coalición con el SPD, aunque también podría considerar alianzas con los Verdes o el FDP. Friedrich Merz, líder de la CDU, ha celebrado la victoria, aunque ha subrayado que «la estabilidad de Alemania requiere responsabilidad y diálogo». Por su parte, el canciller saliente, Olaf Scholz, ha admitido la derrota del SPD, pero ha insistido en que su partido seguirá jugando un rol fundamental en el futuro gobierno.
Las negociaciones para la formación del nuevo Ejecutivo se perfilan como un proceso complejo y largo, que podría extenderse durante semanas, mientras todos los actores políticos se centran en la estabilidad política y económica del país.