Este pasado Sábado Santo, la ciudad de Puertollano vivió un emotivo momento en el marco de su Semana Santa con la procesión de Nuestra Señora de la Soledad. Este acto, organizado por la Cofradía de la Vera Cruz y Nuestra Señora de la Soledad, se caracteriza por la profunda carga simbólica que conlleva, recordando el sufrimiento de María tras la muerte de su Hijo, mientras al mismo tiempo evoca la esperanza cristiana en la resurrección.
La procesión inició en la Parroquia de la Asunción, y su recorrido incluyó las calles Hospital, Cuadro, Cruces, Plaza Villarreal, Calzada, Aduana, Santísimo y Cañerías, finalizando en la Ermita de Nuestra Señora de la Soledad, sede de la cofradía. A su llegada, la entrada de la imagen en el templo suscitó el interés y la emoción de numerosos vecinos que se congregaron para rendir homenaje a este antiguo rito.
La imagen de la Virgen, de autor anónimo y adquirida en Madrid en los años 40, fue llevada a hombros por los anderos, acompañada únicamente por el resonante y melancólico sonido de un tambor destemplado, que simbolizaba luto y recogimiento. Esta experiencia visual y sonora se convierte en un reflejo del profundo respeto y la devoción que la comunidad mantiene hacia sus tradiciones religiosas.
La historia de esta cofradía se remonta al siglo XVI, y su labor se ha mantenido a lo largo de los años, conservando no solo la imagen de la Virgen de la Soledad, sino también otras representaciones significativas como Nuestro Padre Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén y Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna.
El Sábado Santo se reconoce como un periodo de espera silenciosa entre la muerte y la resurrección de Cristo, y cada año, esta procesión se transforma en una poderosa manifestación de fe y esperanza, abriendo camino a las celebraciones de la Pascua. Las imágenes de esta jornada, capturadas por el fotógrafo Luis Miguel Becerra, reflejan la intensidad de los momentos vividos en esta ocasión tan especial para la comunidad de Puertollano.
vía: Diario de Castilla-La Mancha
