La Comisión Federal de Comercio (FTC) de Estados Unidos ha lanzado una dura crítica contra las principales plataformas de redes sociales y servicios de streaming, acusándolas de llevar a cabo una «vigilancia masiva» de sus usuarios. Un extenso informe de más de 100 páginas revela prácticas alarmantes que ponen en jaque la privacidad y seguridad de millones de personas en todo el mundo.
El estudio de la FTC abarca 13 plataformas pertenecientes a nueve gigantes tecnológicos, que incluyen Meta (Facebook, Instagram, WhatsApp, Messenger), Google (YouTube y YouTube Kids), ByteDance (TikTok), Twitter (ahora X), Amazon (Twitch), Snap (Snapchat), Reddit y Discord. La investigación detalla cómo estas empresas no solo recopilan datos de sus usuarios activos, sino que también adquieren información de individuos que ni siquiera utilizan sus servicios, a través de acuerdos con corredores de datos.
Lina Khan, presidenta de la FTC, ha expresado su profunda preocupación: «Aunque lucrativas para las empresas, estas prácticas de vigilancia pueden poner en peligro la privacidad de las personas, amenazar sus libertades y exponerlas a una serie de daños, desde el robo de identidad hasta el acoso». El informe subraya que los usuarios carecen de un control significativo sobre cómo se utiliza su información personal, especialmente en sistemas impulsados por inteligencia artificial. Esta falta de transparencia y control plantea serias preguntas sobre el consentimiento informado y el derecho a la privacidad en la era digital.
Uno de los aspectos más alarmantes del informe es la falta de protección adecuada para niños y adolescentes en estas plataformas. La FTC señala que las empresas intentan eludir su responsabilidad bajo la Ley de Protección de la Privacidad Infantil en Internet (COPPA) con argumentos poco convincentes, como alegar que no tienen usuarios menores de 13 años, a pesar de la conocida presencia de menores en sus redes. Además, tratan las cuentas de adolescentes de la misma manera que las de adultos, exponiendo a los jóvenes a riesgos innecesarios. Esta situación pone de manifiesto una grave negligencia por parte de las empresas en la protección de los usuarios más vulnerables.
Ante estos hallazgos, la FTC insta al Congreso de Estados Unidos a aprobar una legislación federal sobre privacidad. Las recomendaciones incluyen establecer protecciones básicas claras aplicables en todos los ámbitos, reforzar la COPPA considerándola como «el piso, no el techo» en cuanto a la protección de datos de menores, otorgar a los padres mayor control sobre la información recopilada de niños y adolescentes, e implementar medidas para priorizar la privacidad en los sistemas de recopilación de datos y recomendaciones.
Las respuestas de las compañías implicadas han sido variadas y, en muchos casos, insuficientes. Google afirma no vender información personal ni utilizar datos sensibles para publicidad; Discord cuestiona la generalización del informe, argumentando que agrupa modelos de negocio muy diferentes; y X (anteriormente Twitter) destaca los avances realizados en la protección de la seguridad de los usuarios desde 2020. Sin embargo, estas declaraciones parecen insuficientes frente a la magnitud de las acusaciones. La falta de una autocrítica profunda y de propuestas concretas para abordar los problemas señalados por la FTC es preocupante y sugiere una resistencia al cambio por parte de la industria.
El informe de la FTC pone de manifiesto un problema sistémico en el modelo de negocio de las redes sociales y plataformas de streaming. La dependencia de la publicidad personalizada ha llevado a estas empresas a priorizar la recopilación masiva de datos sobre la privacidad y seguridad de sus usuarios. Esta práctica no solo es éticamente cuestionable, sino que también plantea serios riesgos a largo plazo, como la erosión de la confianza, la manipulación del comportamiento, la desigualdad digital y los riesgos para la democracia.
El informe de la FTC debe ser visto como una llamada de atención no solo para la industria tecnológica, sino para la sociedad en su conjunto. La necesidad de una regulación más estricta es evidente, pero también se requiere un cambio en la cultura empresarial y en la conciencia de los usuarios. Es imperativo que los gobiernos, las empresas y los ciudadanos trabajen juntos para desarrollar un ecosistema digital que respete los derechos fundamentales a la privacidad y la seguridad. Solo así podremos aprovechar los beneficios de la tecnología sin sacrificar nuestras libertades individuales en el altar de la vigilancia corporativa.

