Establecer hábitos de higiene bucodental desde el nacimiento hasta los dos años es crucial para mantener una boca sana y prevenir patologías futuras. Aunque es una etapa temprana a menudo subestimada, su relevancia es fundamental para evitar problemas como caries, maloclusiones y otros derivados de malos hábitos orales.
Las maloclusiones, referidas a problemas en la alineación dental y mordida, suelen originarse en los primeros años de vida. Identificarlas y prevenirlas oportunamente puede evitar tratamientos complejos en el futuro. Iniciar buenos hábitos desde una edad temprana ayuda al correcto desarrollo de los maxilares y la alineación dental.
La lactancia materna es uno de los factores preventivos más importantes. La succión necesaria no solo ofrece nutrición ideal, también desarrolla la musculatura orofacial del bebé, crucial para el crecimiento equilibrado del maxilar superior e inferior, disminuyendo el riesgo de maloclusiones. Además, reduce la incidencia de hábitos como la succión del pulgar o el uso prolongado del chupete, que pueden alterar el desarrollo dental si se prolongan.
Eliminar la succión del pulgar y limitar el uso del chupete y biberón es esencial. Estos hábitos pueden modificar la estructura maxilofacial del niño si se mantienen más allá de los 18 meses. Los padres deben ayudar a sus hijos a dejar estos hábitos, usando métodos sencillos como la distracción con juguetes.
Aunque los dientes no son visibles en los primeros seis meses, la higiene bucodental sigue siendo importante. La estimulación de las encías y la limpieza ayudan en el desarrollo de la sensibilidad oral del bebé. Con la aparición de los primeros dientes, alrededor de los seis meses, debe implementarse una rutina de cepillado con un cepillo infantil adecuado y una mínima cantidad de pasta dental con flúor, siempre bajo supervisión.
Para evitar la caries de biberón, no se debe permitir que el bebé se duerma con el biberón, ya que el azúcar en la leche materna o fórmula puede causar caries. Es aconsejable visitar al odontopediatra tras la aparición del primer diente.
Los padres desempeñan un papel fundamental en la creación de estos hábitos. Involucrarse en el cepillado y convertirlo en un momento lúdico refuerza comportamientos saludables desde el hogar. La primera consulta dental en un ambiente amigable puede contribuir a crear vínculos positivos con el cuidado de la salud bucal del niño.
En conclusión, estas prácticas no solo promueven una salud dental adecuada, sino que también sientan las bases para una correcta salud integral.
