En un reciente reconocimiento que resalta la riqueza y diversidad gastronómica de la región, Extremadura ha sido nominada como el mejor destino gastronómico de España por la prestigiosa revista ‘National Geographic’. Esta distinción no solo pone de relieve la exquisitez de sus platos locales, sino que también subraya la creciente relevancia de esta comunidad autónoma en el ámbito turístico y culinario del país.
Extremadura, además de su reconocida oferta gastronómica, esconde un verdadero tesoro arquitectónico que ha permanecido relativamente oculto para muchos turistas. En esta región se ubica una pequeña zona donde generaciones han protegido y transmitido su riqueza cultural de padres a hijos. Un elemento destacado de esta herencia es A Fala, una lengua de raíces antiguas que sobrevive desafiando la modernidad y el dominio del castellano. Esta variante del galaico-portugués se habla en el Valle de Jálama, en la provincia de Cáceres, específicamente en municipios como San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno.
Aunque A Fala fue reconocida como Bien de Interés Cultural en 2001, su futuro se presenta incierto. Se estima que actualmente solo entre 5.000 y 6.000 personas mantienen vivo este idioma, incluyendo a aquellos que han emigrado y lo conservan en su entorno familiar. La falta de transmisión intergeneracional se erige como uno de los mayores riesgos para la supervivencia de la lengua. Si bien los hablantes mayores la utilizan con fluidez, las generaciones más jóvenes tienden cada vez más a comunicarse en castellano en su vida diaria.
A pesar de esta dificultad, la comunidad local muestra un profundo arraigo cultural y se han gestado iniciativas dedicadas a la conservación de A Fala, tales como festivales locales y programas de promoción lingüística. La singularidad de este idioma ha despertado el interés de lingüistas y antropólogos, quienes debaten acerca de su origen y características distintivas. Mientras que algunos expertos defienden su vinculación con el gallego, otros afirman que su evolución ha sido totalmente independiente.
La preservación de este patrimonio lingüístico depende en gran medida de la implicación de la comunidad y del apoyo institucional. Sin estrategias educativas más estructuradas y esfuerzos concretos para su protección y promoción, esta lengua con milenaria historia corre el riesgo de desvanecerse, convirtiéndose en un recuerdo solo de aquellos que la hablaron en su infancia.
A medida que Extremadura se afianza como un destino gastronómico destacado en España, es vital que su riqueza lingüística y cultural reciba igual atención y aprecio, tanto por parte de los visitantes como de quienes trabajan para preservar el legado de la región para las generaciones venideras.