La Red de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos (RASFF) ha emitido una notificación urgente que requiere la retirada de un cargamento de atún claro procedente de Seychelles que se dirigía a España. El motivo de esta alerta es la detección de una ruptura en la cadena de frío durante su transporte, lo que hace que el producto sea inadecuado para el consumo humano.
Aunque hasta el momento no se han reportado casos de intoxicaciones ni problemas de salud relacionados con este atún, la interrupción en la cadena de frío plantea un grave riesgo para la seguridad alimentaria, especialmente en el caso de los mariscos y productos altamente perecederos. La notificación no ha especificado las empresas productoras involucradas ni las regiones que podrían verse afectadas por esta situación.
Este incidente, considerado un «potencial riesgo», fue identificado durante un control fronterizo antes de que el atún llegara a territorio español. Este no es un caso aislado, ya que la RASFF ya había emitido dos alertas anteriores en relación con langostinos importados, que también presentaban problemas similares por rupturas en la cadena de frío. Ambos casos ponen de relieve la necesidad de un control riguroso de la temperatura durante el transporte y almacenamiento de estos productos, el cual es crucial para evitar riesgos sanitarios.
Aunque el atún es conocido por sus propiedades nutritivas, siendo una excelente fuente de proteínas, ácidos grasos omega-3, vitaminas del grupo B y minerales como fósforo y selenio, es fundamental que los consumidores lo ingieran con precaución. La Universidad de Harvard aconseja limitar el consumo de atún a una ración semanal para mitigar el riesgo de exposición al mercurio, un metal pesado que se encuentra en las especies de pez de mayor tamaño.
Frente a esta alerta, se insta a los consumidores a estar atentos a las comunicaciones oficiales sobre la retirada de productos y a evitar la compra de aquellos que puedan estar comprometidos. La seguridad alimentaria depende de una colaboración efectiva entre autoridades, distribuidores y consumidores, quienes deben actuar con precaución para prevenir cualquier riesgo.
Este tipo de alertas subraya la importancia del sistema RASFF, creado en 1979, el cual permite a los países miembros de la Unión Europea intercambiar información de manera inmediata sobre los peligros alimentarios, contribuyendo así a la salvaguarda de la salud pública.