En los últimos años, el vapeo y los cigarrillos electrónicos han ganado popularidad, especialmente entre los jóvenes, quienes suelen percibirlos como una alternativa menos nociva en comparación con los cigarrillos convencionales. Sin embargo, nuevas estadísticas sugieren que esta percepción podría estar comprometiendo la salud de las nuevas generaciones.
Una encuesta reciente, ESTUDES 2022, revela que más de la mitad de los estudiantes de 14 a 18 años ha consumido al menos una vez cigarrillos electrónicos, alcanzando un preocupante 54,6%, un incremento notable respecto al 44,3% reportado en 2021. Este aumento sitúa al uso de estos dispositivos en su punto más alto desde que se registra.
Entre los profesionales de la salud, se ha observado un incremento en el uso de cigarrillos electrónicos especialmente entre fumadores, a pesar de las advertencias de los neumólogos. Estos expertos advierten que, a menudo, son las madres de los adolescentes quienes plantean preocupaciones sobre el vaping, ya que los jóvenes tienden a subestimar los riesgos asociados al consumo de estos productos.
La compañía farmacéutica Aflofarm, especializada en el tratamiento de la dependencia al tabaco, ha comenzado a visibilizar este fenómeno, alertando sobre los peligros de cambiar una forma de adicción por otra que, aunque diferente, puede resultar igualmente perjudicial. En un reciente evento organizado por la Asociación Nacional de Informadores de la Salud (ANIS), Jaume Signes, jefe del Servicio de Neumología del Hospital Clínico de Valencia, expresó su inquietud, afirmando que “si no estamos al tanto, el cigarrillo va a desaparecer en occidente en los próximos 5 a 10 años y si no estamos atentos, dejaremos de ser adictos a este para serlo de otros dispositivos que contienen también nicotina”.
Los riesgos asociados al uso de cigarrillos electrónicos son significativos. Estudios han señalado que estos dispositivos no son inocuos; en los aerosoles se han identificado sustancias cancerígenas y partículas ultrafinas, además de nicotina. Aunque la cantidad de nicotina varía, aquellos que consumen estos dispositivos en mayores cantidades pueden estar ingiriendo niveles de nicotina similares a los de un cigarrillo convencional. Entre las partículas ultrafinas se encuentran metales pesados que, debido a su tamaño, son capaces de penetrar en los pulmones y llegar al torrente sanguíneo, provocando daños en diferentes órganos y sistemas.
La exposición pulmonar a los cigarrillos electrónicos puede agravar problemas respiratorios o dañar aún más el sistema respiratorio en individuos con condiciones preexistentes. Las evidencias apuntan a la necesidad de una mayor regulación y educación sobre los peligros de estos dispositivos, especialmente para la población juvenil que, al parecer, no percibe la amenaza que su uso puede representar para su salud a largo plazo.