A cien metros del suelo, en la planta 33 de la Torre Emperador en Madrid, se encuentra un remanso espiritual donde el bullicio de la ciudad queda a más de cien metros bajo los pies. Este espacio sagrado, inaugurado en 2009, alberga la capilla más alta de Europa, oficiada por el capellán Manuel Sánchez cada mañana, ofreciendo un momento de paz antes de comenzar la jornada laboral.
Una luz verde que brilla desde kilómetros de distancia identifica el lugar, siendo apagada solo dos días al año, durante el Viernes y Sábado Santo, en señal de luto por la muerte de Cristo. El sacerdote Sánchez, con raíces argentinas y venezolanas, se encarga de mantener viva esta señal de fe. Este oratorio nació por iniciativa del Grupo Villar Mir, cuyo fundador, Juan Miguel Villar Mir, dejó su huella personal al donar una imagen del Santo Domingo de la Calzada, patrón de los ingenieros, que adorna el pequeño templo.
La capilla destaca por su diseño minimalista y cumplimiento con las estrictas normativas de seguridad. Con bancos de metal y un altar ignífugo, es un espacio adaptado al entorno laboral que solo permite ceremonias sencillas, limitándose a la misa diaria y reserva del sagrado. Las celebraciones son breves, aproximadamente 15 minutos, y suelen reunir entre 12 y 15 fieles que regresan rápidamente a sus tareas diarias.
El ambiente, aunque austero, busca ofrecer un refugio espiritual en medio del ritmo frenético de la ciudad. En ocasiones, este espacio se convierte en un momento de recogimiento para honrar la memoria de empleados fallecidos. Con un «precioso Cristo crucificado» frente al ventanal y la imagen de la Virgen Inmaculada, la capilla se convierte en un oasis para aquellos que necesitan un instante de reflexión.
El capellán Sánchez nunca imaginó celebrar misa a una altura tan significativa, pero asegura que, incluso entre el hormigón y el acero de la Torre Emperador, la fe encuentra su lugar. La luz verde sigue encendida, recordando a todos que la espiritualidad puede coexistir en cualquier entorno, por elevado que esté.
