Un informe reciente ha dejado al descubierto una compleja red de empresas fantasma en Europa que servían como fachada para el servicio secreto israelí en la fabricación de dispositivos utilizados en ataques a militantes de Hezbolá en Líbano. Estos dispositivos, originalmente diseñados para la comunicación, fueron transformados en armas explosivas mediante la integración de explosivos PENT, activables a distancia mediante mensajes codificados.
BAC Consulting, una firma con sede en Hungría, se destaca como uno de los actores clave en esta operación, siendo responsable de la producción de una significativa cantidad de estos dispositivos que fueron distribuidos en el territorio libanés. Otras empresas involucradas, una ubicada en Bulgaria y otra dirigida por un empresario noruego, también jugaron un rol en esta trama. No obstante, persiste la incógnita sobre si los directivos de estas compañías conocían el destino militar de sus productos.
La red de empresas, que aparentaban ser legítimas, fue establecida con el fin de facilitar la distribución de estos dispositivos explosivos sin levantar sospechas. Las entregas comenzaron de manera gradual en 2022, pero se intensificaron tras la decisión del líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, de prohibir el uso de teléfonos móviles entre sus militantes por el temor a espionajes por parte de Israel. En su lugar, se permitió el uso de busca personas, lo que permitió a los operativos israelíes introducir en masa estos dispositivos adaptados.
Además, el informe revela que el Mossad interceptó previamente un cargamento de bombas pequeñas que terminaron en manos de militantes de Hezbolá, lo que creó una atmósfera propicia para la ejecución de la operación. Esta maniobra es parte de una estrategia más amplia, que había estado en desarrollo durante dos años, con el objetivo de socavar las capacidades operativas de Hezbolá desde adentro.
La sofisticación de estas tácticas utilizadas por los servicios de inteligencia israelíes subraya su capacidad no solo para anticipar los movimientos de Hezbolá, sino también para explotar decisiones estratégicas del propio Nasrallah para ingresar de manera más efectiva a sus operaciones. Esta situación ha generado un debate acerca de la posible complicidad, consciente o no, de los líderes de las empresas implicadas en esta operación militar, y si fueron manipulados por la inteligencia israelí para llevar a cabo los envíos sin levantar sospechas.