El juicio contra T.M.C., quien enfrenta acusaciones de agresión sexual continuada a una menor mientras ejercía como profesor de religión en Mota del Cuervo, ha reanudado este lunes en la Audiencia Provincial. Este proceso, iniciado el 21 de enero, ha quedado visto para sentencia tras la declaración del acusado, quien ha negado todas las imputaciones en su contra.
El acusado se enfrenta a una pena de doce años de prisión. Durante su testimonio, T.M.C. se refirió a la presunta víctima, asegurando que “estaba enamorada de mí” y que su intención era “no darle coba”. En cuanto a los hechos del 14 de mayo de 2016, donde se le imputan tocamientos a la menor durante la preparación de la vigilia de Pentecostés, T.M.C. insistió en que no se encontraba en el lugar mencionado, alegando que los salones parroquiales estaban muy concurridos y que se marchó a casa para ver el festival de Eurovisión.
Respecto a otro episodio ocurrido el 21 de junio en el despacho del instituto, el acusado confirmó su presencia en el centro, pero afirmó que la joven no asistía a clase en ese momento, dado que la actividad lectiva había disminuido considerablemente. Además, argumentó que el aula de religión estaba separada de otras por un “tabique finísimo”, lo que impediría que la profesora de guardia encontrara un aula cerrada en esa época.
En respuesta a otro encuentro señalado por la Fiscalía en un solar del profesor, T.M.C. negó haber estado en Mota del Cuervo ese día, presentando justificantes bancarios que demostraban que estaba realizando el camino de Santiago en esa fecha.
El acusado también mencionó la enemistad que existía entre él y la familia de la denunciante, la cual se había intensificado tras la fundación de una hermandad al salir de la organización religiosa. Insinuó que la joven tenía un “temperamento fuerte” y que su denuncia podría haber derivado de “celos” por un traslado de su pareja a Sevilla.
Durante el juicio, la acusación particular presentó un documento dirigido al Obispado de Sevilla, donde se supuestamente admitían encuentros sexuales en un solar. Aunque el acusado reconoció que las fotografías eran de su propiedad, negó haber hecho tal confesión o haber firmado el documento, cuestionando su validez. La defensa, por su parte, impugnó directamente la autenticidad del mismo, argumentando que había sido cuestionado anteriormente.
El juicio también abordó un informe forense que reveló las secuelas psicológicas que la víctima sufrió, incluyendo un trastorno por estrés postraumático que requirió su internamiento psiquiátrico. Las denuncias fueron presentadas cinco años después de los hechos, un retraso que, según el forense, pudo estar influenciado por la crisis provocada por la COVID-19.
En las conclusiones finales, Fiscalía y acusación particular destacaron la “credibilidad objetiva” del testimonio de la víctima, mientras que la defensa mantuvo su postura sobre la imposibilidad de los hechos. Además, sugirió que, en caso de ser considerados ciertos, podrían encuadrarse en un contexto de “cortejo” entre las partes. Los representantes de la Diócesis de Cuenca y de la Junta de Comunidades se limitaron a rechazar cualquier responsabilidad subsidiaria en este caso.
vía: Diario de Castilla-La Mancha