Más de 10.200 camas se cierran este verano en los hospitales del país, lo que incluye 373 en Castilla-La Mancha. Esta situación provocará un aumento en las listas de espera y un deterioro en la atención sanitaria. Las enfermeras, además, tendrán que realizar su trabajo «por dos» debido a la falta de cobertura para las vacantes generadas por las vacaciones.
Según datos del Sindicato de Enfermería, SATSE, el cierre de camas alcanzará un total de 10.258 en los meses de junio, julio, agosto y septiembre. Comparado con años anteriores, el cierre en 2022 fue de 10.463 camas; en 2023, de 9.809; en 2022, de 8.594 y en 2021 de 9.632 camas.
El Sindicato enfatiza que el cierre de camas, junto con la suspensión de consultas y pruebas, es un habitual recurso de los servicios de salud para ahorrar costes, descuidando las repercusiones en pacientes y profesionales sanitarios. Esto provocará que las listas de espera para intervenciones y pruebas diagnósticas se incrementen aún más, lo que puede llevar al empeoramiento del estado de salud de diversas personas.
Las administraciones han optado por desestimar la oportunidad de utilizar la temporada estival para reducir estas listas de espera, priorizando sus presupuestos sobre el bienestar de la población, según manifiestan desde el Sindicato de Enfermería.
En cuanto a la distribución del cierre de camas por comunidades autónomas, en Andalucía se cerrarán al menos 2.200 camas; en Madrid, 1.539; en Cataluña, 1.300; y en la Comunidad Valenciana, 910. Aragón y Galicia experimentarán el cierre de 700 camas cada una, y en Euskadi, se prevé el cierre de 619. Extremadura estima cerrar 500 camas; Castilla-La Mancha, 373; Asturias y Murcia, 370 y 317 respectivamente. Castilla y León cerrará al menos 250 camas, Cantabria 164, Navarra 146, Baleares 116 y La Rioja 54. En Canarias y Ceuta, no se anticipan cierres.
El Sindicato subraya que las camas se cierran debido a la falta de personal suficiente para reemplazar a los profesionales que están de vacaciones o que se encuentran de baja por diversas razones. SATSE estima que en algunas comunidades autónomas, el porcentaje de enfermeras que no son sustituidas en verano podría alcanzar entre el 40% y el 50%. Esto aumenta la carga de trabajo en unas plantillas que ya son insuficientes durante todo el año.
Otra consecuencia de esta situación es que las enfermeras son «desplazadas» a otras unidades o servicios, lo que repercute negativamente en la calidad de atención a los pacientes y genera un incremento del estrés, burnout y otros problemas de salud para el personal.
Finalmente, el Sindicato destaca que la problemática es particularmente grave en las zonas que experimentan un aumento significativo de turismo en verano, lo que multiplica la población y, con ello, la presión asistencial sobre los centros sanitarios.