Por primera vez, la Titán de la Mancha ha incorporado una actividad cultural paralela a la prueba ciclista, que consistió en un recorrido por algunos de los principales puntos de interés monumental de Alcázar de San Juan.
La cita tuvo lugar en la mañana del sábado 13 de septiembre. A las 10:30 horas, el grupo de participantes inició su ruta en la escultura de Alonso Quijano con su gato, obra del artista valdepeñero José Lillo Galiani. Desde allí, comenzaron un recorrido que puso en valor los lugares que vinculan a la ciudad con la figura de Miguel de Cervantes y su obra más universal, El Quijote.
La bienvenida corrió a cargo de Luis Miguel Román Alhambra, vicepresidente de la Sociedad Cervantina, quien destacó la diversidad de procedencias de los asistentes, llegados desde distintos puntos de España como Málaga, Madrid, Zaragoza, Miguelturra (Ciudad Real), Alcázar de San Juan, Barbate (Cádiz), Alcoy (Alicante), El Palomar (Valencia), Cartagena (Murcia), Cabra (Córdoba) y Caravaca de la Cruz (Murcia). A través de sus explicaciones, los visitantes se adentraron en la importancia histórica y literaria del Quijote, el contexto social de la época en la que fue escrito y el legado que dejó en las letras españolas.
El itinerario también permitió conocer la tradición cervantina de Alcázar de San Juan, localidad que incluso adoptó de manera oficial el nombre de “Alcázar de Cervantes” durante algunos años de la Segunda República Española en el siglo XX, denominación que figuraba en toda la documentación oficial de aquel periodo.
Más tarde, el grupo se trasladó a la Plaza de Palacio, donde Constantino López relató la historia del Quijote Cósmico, un busto encargado al escultor Santiago de Santiago por Eulalio Ferrer, santanderino exiliado en México tras la Guerra Civil y fundador de la Fundación Cervantina de México. Ferrer, nombrado hijo adoptivo de Alcázar en marzo de 1992, donó la escultura a la ciudad unos meses después. La obra fue inaugurada oficialmente el 9 de julio de 1993, en un acto que contó con la presencia del propio benefactor.
En este lugar, los presentes supieron que la gran afición al Quijote y al coleccionismo de todo tipo de iconografía cervantina y quijotesca le vino a Eulalio Ferrer por la adquisición de una edición barata del Quijote (mediante su intercambio por tabaco) el 7 de febrero de 1939 en su camino al campo de refugiados de Argelès-sur Mer y que le marcaría para toda la vida:
«Fue una gran fortuna para mí que esta apretadísima edición de 1902, de Calleja, cayera en mis manos; libro de cabecera, como le llamo. Cuando aquel miliciano extremeño me ofreció el libro, en Port-Vendres, a cambio de la cajetilla de cigarros que llevaba, sin ser fumador, me pareció natural, sin duda ventajoso para mí. Nunca podré agradecer suficientemente la bondad de un regalo así. Nunca el más grande loco de nuestra historia estuvo mejor acompañado. Y no lo digo por mí, que no sé en qué grado lo estaré, sino por todos estos admirables locos con quienes comparto el confinamiento. En cada uno de ellos creo ver un gesto, una mirada, una ilusión de don Quijote». (pág. 60, “Entre alambradas”. Eulalio Ferrer).
Luis Miguel Román mostró a los presentes (e hizo circular entre ellos) un ejemplar de la edición del Quijote de Calleja de 1902, justamente igual a la que consultó Eulalio Ferrer, admirando todos su pequeño tamaño y manejabilidad, lo que sin duda facilitó su repetida lectura.
Poco después y en el atrio de la Iglesia de Santa María, la más antigua parroquia de la diócesis de Ciudad Real, fundada en 1226, conocieron la existencia de la partida de bautismo de un niño llamado Miguel, hijo de Blas de Cervantes Saavedra y Catalina López, hecho acontecido en esta misma parroquia el 9 de noviembre de 1558, partida encontrada en 1748 por Blas Antonio de Nasarre y Férriz, bibliotecario real, quien también encontraría en Madrid, un año después, la partida de defunción de Miguel de Cervantes.
En este punto también circuló Luis Miguel Román una reproducción de la partida de bautismo de Miguel de Cervantes, pudiendo los presentes conocer la iglesia, tanto la nave principal como el excelso camarín de la Virgen del Rosario.
Después, se encaminaron por la calle San Antonio, pasando junto al Museo Formma de la alfarería manchega y frente al Callejón del Toro, e hicieron una breve parada en la esquina con la calle San Juan, justo en el lugar en el que Manuel Rubio explicó a los presentes que estuvo la casa de don Juan López Caballero, que del matrimonio con Inés de Cabrera tuvo tres hijos, Catalina Vela, Pedro Barba y Juan Barba. Según las crónicas de la época dos caballeros llamados Pedro Barba y su primo Gutierre Quijada, salieron de Castilla para cumplir una misión de armas en la corte de Felipe de Borgoña, midiéndose en duelo con los hijos bastardos del conde San Polo, y en el capítulo XLIX Primera Parte del Quijote, refiriéndose a estos dos personajes, dice don Quijote: «de cuya alcurnia yo desciendo por línea recta de varón».
También explicó a los asistentes que un bisnieto de Juan López Caballero, llamado Alonso de Ayllón Gutiérrez de Quijada había perdido la razón y su mujer, Teresa de Mendoza, pide en su testamento que la justicia nombre a su yerno Pedro de Cervantes -primo hermano de Miguel de Cervantes-, tutor de su hija Clara de 8 años, para proteger su patrimonio de la demencia de su padre: «que no tiene juicio y le está defendida la administración de los bienes» tal y como Cervantes describe en el capítulo I a Alonso Quijano. Son unas coincidencias tan notables con lo escrito por Cervantes en el Quijote, que merecen ser resaltadas.
En la Plaza de Cervantes antiguamente llamada de los Rosqueros y de las Rubias, frente al lugar donde se encontraba la casa natal de Cervantes, se recordó la figura del moteño Fray Alonso Cano Nieto quien fue uno de los grandes valedores de Alcázar de San Juan como cuna del Quijote por la tradición oral que le había llegado, transmitida de forma directa a través de personas que habían vivido en la época del escritor, como fueron los abogados Rodrigo Ordóñez de Villaseñor (coetáneo de Miguel de Cervantes), Francisco de Quintanar y Úbeda, que fue pasante del anterior y Juan Francisco Ropero y Tardío (abogado de los Consejos Reales), persona que fue la que puso al corriente a Fray Alonso Cano de la tradición cervantina de Alcázar que se había ido transmitiendo desde la época del propio nacimiento de Miguel, como queda recogido en el Proemio a la edición de 1780 de la Real Academia Española, realizado por el militar y académico Vicente de los Ríos.
En el camino desde este lugar hasta el final de la ruta los asistentes de Barbate (Cádiz) mantuvieron un interesante debate con los cervantistas alcazareños, demostrando que conocían la obra de Cervantes ya que mencionaron que su zona geográfica, tanto Barbate como el vecino Zahara de los Atunes, guarda estrecha relación con la obra cervantina que sitúa en las almadrabas gaditanas la acción del pícaro Carriazo, uno de los personajes de La ilustre fregona, una de las novelas ejemplares de Cervantes, en la que habla de la importancia del lugar como escuela de aprendizaje de la picaresca de Diego de Carriazo.
Finalizó la ruta junto a las estatuas de don Quijote y Sancho Panza de la Plaza de España, donde Juan bautista Mata (presidente de la Sociedad Cervantina) comentó la inspiración del escultor leonés, Marino Amaya, en la persona de Tico Medina para realizar la estatua de Sancho Panza, que junto con don Quijote, forman desde 1971 la imagen icónica de Alcázar de San Juan que acoge a nuestros visitantes.
Tanto en el atrio de Santa María la Mayor, como en el lugar de la casa de Juan López Caballero, Manuel Castellanos, miembro de la Sociedad Cervantina y locutor de doblaje, realizó sendas lecturas dramatizadas de textos de Cervantes que lograron mantener la atención del público.
En la despedida, los miembros de Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan agradecieron su asistencia a los participantes venidos desde diferentes lugares de España a nuestra ciudad y les instaron a que apoyen la iniciativa en la que trabaja esta Sociedad para declarar como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la UNESCO, el legado que don Quijote y Sancho Panza dejaron en las artes, las letras y las ciencias, lo que pueden hacer en la web: https://cervantesalcazar.com
De igual forma, animaron a los asistentes a leer y releer esta gran obra de humanidades que es el Quijote, especialmente la versión muy accesible y gratuita descargable de la web:
https://cervantesalcazar.com/web/pdf/QUIJOTE_SC_Alcazar.pdf
Cabe, por tanto, calificar de rotundo éxito de participación esta edición de la ruta cervantina y ya se trabaja en la siguiente para que los familiares de los participantes en la Titan de la Mancha se sientan acogidos en Alcázar de San Juan como en su propia casa, esperando que la próxima edición tenga idéntica aceptación.
Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan