El PSOE y el PP han marcado el escenario político reciente con sus respectivos congresos, aunque las estrategias que han adoptado son diametralmente opuestas. Mientras el PSOE enfrenta una purga interna, impulsada por el desgaste en torno al caso Koldo, el PP opta por un silencio estratégicamente medido para evitar controversias, consolidando así el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo. Ambas formaciones, aunque transitan por caminos diferentes, buscan resguardar la figura de sus líderes en tiempos difíciles.
Carlos Alsina, en su monólogo de Onda Cero, hizo un incisivo paralelismo, describiendo al PSOE como un «velatorio» y al PP como un «cónclave». Esta ironía aludía a las palabras de Pedro Sánchez, quien había criticado anteriormente el uso de ese término por parte de Feijóo. La crítica se vuelve un boomerang, ya que ahora, la situación en el PSOE parece más sombría.
La purga llevada a cabo en el PSOE, que ha visto la salida de Santos Cerdán y la llegada de Rebeca Torró como nueva secretaria de Organización, ha sido tumultuosa. Detrás de estos cambios hay un claro intento de deshacerse de figuras leales a Cerdán, como Serrano, Cendón y Peña. Alsina evocó una metáfora de un capitán de barco que, ante la tormenta, decide arrojar por la borda a su tripulación, intentando salvarse. Curiosamente, Sánchez, quien fue el artífice de la promoción de Cerdán, permanece intacto, lo que revela una lógica perversa en la purga: los que caen son los subalternos.
En este contexto, la figura de María Jesús Montero también ha sido objeto de crítica. Hace unos meses, ella alababa a Cerdán, mientras que ahora su discurso ha cambiado drásticamente. Alsina cuestiona su capacidad de supervisar cuando, además de ser la vicepresidenta primera, ministra de Hacienda sin presupuestos y líder de la oposición en Andalucía, ha estado alimentando teorías de conspiraciones, entre las que se incluye la atribución de crisis a sabotajes externos.
Por el contrario, el ambiente en el PP ha sido de calma. El congreso popular se ha desarrollado con una sorprendente unidad, incluso con figuras como Isabel Díaz Ayuso moderando su discurso. Feijóo ha tomado la delantera como un líder que se posiciona «ni de derechas ni de izquierdas», dando un guiño a un estilo político más centrista. A pesar de algunos roces, como el de Alejandro Fernández sobre el acercamiento a Junts, las discrepancias se han resuelto rápidamente en un «armisticio».
En conclusión, ambos partidos han adoptado enfoques diferentes frente a sus crisis internas. Mientras el PSOE busca purgar a los que considera lastre para salvar a Sánchez, el PP opta por el silencio para proteger a Feijóo. La frase de Alsina resume bien la situación: «El partido se limita a darse por enterado y aplaudir», evidenciando la falta de verdaderos debates internos. La diferencia es palpable: en el PSOE, el aire huele a quemado, mientras que en el PP, por ahora, se siente un aroma a aceite fresco.