Con el final del verano, muchos jardines suelen perder su esplendor, ya que las flores de temporada empiezan a marchitarse. Sin embargo, hay alternativas duraderas que pueden mantener un espacio exterior lleno de color durante el otoño. Las plantas perennes son una excelente opción para asegurar que el jardín permanezca vibrante incluso cuando las temperaturas comienzan a disminuir.
Una de las mejores opciones es el Sedum ‘Autumn Joy’, o ‘Alegría del Otoño’. Esta planta suculenta no solo es fácil de cultivar y requiere poco mantenimiento, sino que también presenta impresionantes flores en racimos, de tonalidades que van del rosa al rojo, que florecen desde finales del verano hasta bien entrado el otoño. Su resistencia a la sequía la convierte en ideal para jardines que buscan reducir el consumo de agua, siendo perfecta para jardines de rocas y bordes mixtos.
Otra opción recomendada es la Echinacea purpurea, conocida como coneflower púrpura. Aunque florece principalmente en verano, sus grandes y atractivas flores de color púrpura pueden perdurar hasta las primeras semanas de otoño, aumentando el color en un período donde muchas plantas han comenzado a decaer. Además, es una planta que atrae a mariposas y abejas, lo que contribuye a la biodiversidad del jardín, favoreciendo a las especies polinizadoras.
Por último, el Aster novi-belgii, o aster de Nueva York, es perfecto para aquellos que desean añadir un toque vibrante al exterior durante los meses otoñales. Esta resistente planta florece a finales de verano y ofrece una generosa cantidad de pequeñas flores que van desde el blanco y rosa hasta el púrpura. Estas flores no solo embellecen el jardín, sino que también brindan néctar esencial para abejas y otros polinizadores en un momento del año en el que sus fuentes de alimento son más escasas.
Al incorporar estas tres plantas perennes en el jardín, se puede garantizar un espacio exterior vibrante y lleno de vida durante el otoño y más allá. Además de su contribución estética, estas plantas juegan un papel crucial en el apoyo a la fauna local, convirtiendo el jardín en un lugar más duradero y ecológico. Transformar el jardín en un hábitat que florezca con vida es posible, incluso al final del verano.
