Pedro Sánchez ha decidido salir al paso de la crisis originada por el «caso Cerdán» con un tono desafiante, rompiendo el silencio tras más de cuatro horas de retraso. En su comparecencia en Ferraz, el presidente del Gobierno no pidió disculpas, como había hecho anteriormente, sino que ofreció un mensaje de resistencia, instando al PP y a Vox a presentar juntos una moción de censura antes del verano.
La reacción del Partido Popular no se hizo esperar, calificando el gesto como «infantil y pernicioso». Dentro de la oposición, esto ha reabierto diferencias significativas; Santiago Abascal subraya la obligación de Feijóo de actuar para frenar a Sánchez, iniciando la moción, sin importar el resultado. Sin embargo, en el PP, existe un consenso de que una iniciativa sin el respaldo mayoritario podría redundar en un beneficio para el Gobierno. «Para ayudar a Sánchez cuando más lo necesita ya están otros partidos, y no estará el PP», declaró Borja Sémper, portavoz del PP, sugiriendo que las anteriores mociones de Vox solo han fortalecido al líder socialista.
El PP ha adoptado un tono más duro, acusando a Sánchez de estar eligiendo una «agonía lenta» al no convocar elecciones y advirtiendo que la situación actual es solo «la punta del iceberg». A sus socios de Gobierno les han lanzado un mensaje claro: «Quien hoy apoye al sanchismo, mañana estará deslegitimado para hablar de transparencia».
Por otro lado, el escenario parlamentario es un obstáculo considerable para la oposición. PNV y Junts, a pesar de sus críticas a Sánchez, parecen reacios a respaldar una moción de censura que sea liderada por el PP y con el apoyo de Vox. Los nacionalistas temen que la investigación judicial del «caso Cerdán» pueda extenderse a otros miembros del PSOE, aunque, por el momento, nadie se muestra dispuesto a arrojar más luz sobre la situación.
En paralelo, Feijóo ha decidido incrementar la presión institucional sobre Sánchez. Este martes, el PP ha solicitado un pleno en el Congreso para que el presidente rinda cuentas, aunque esta iniciativa requiere unanimidad, algo poco probable sin el apoyo del PSOE. Sin embargo, el PP busca ilustrar la percepción de aislamiento del PSOE en el contexto de la corrupción.
A pesar de que Sánchez ha prometido presentarse «a petición propia», sigue sin especificar fecha. Este miércoles asistirá a la sesión de control tras cancelar su viaje a Nueva York. En el Senado, se están planeando acciones para extender la comisión del «caso Koldo» hasta agosto, con convocatorias para que Sánchez comparezca.
Mientras el entorno de Feijóo aboga por un enfoque cauteloso, el PP ha comenzado a movilizar esfuerzos para convertir este verano en un periodo complicado para el Gobierno. El futuro de Sánchez es cada vez más incierto, dependiendo del tiempo que sus aliados logren aguantar antes de que los escándalos los lleven a distanciarse del Ejecutivo.