En un ambicioso esfuerzo por desafiar mitos y replantear las nociones del individualismo, Brady Corbet presenta su última película, The Brutalist. Este relato se centra en Lászlo Tóth, un arquitecto húngaro y refugiado judío que busca una vida mejor en Estados Unidos. A través de la interpretación del actor Adrien Brody, la obra se adentra en las profundidades del llamado sueño americano, exponiendo las vulnerabilidades del individualismo y el capitalismo de manera impactante. Junto a Brody, las actuaciones de Guy Pearce y Felicity Jones añaden una carga emocional significativa que enriquece la narrativa.
Lo que destaca en The Brutalist es su formato audaz y poco convencional. Con una duración que supera las tres horas, la película se segmenta en actos con una pausa intermedia, desafiando las normas típicas del cine comercial. Desde sus primeras escenas, el filme establece un carácter provocador: una representación inversa de la Estatua de la Libertad sirve como metáfora visual de la disconformidad inherente en la historia que se despliega.
Además, la obra establece un diálogo con la famosa película El Manantial, aunque se distancia de esta al jactarse de un héroe inquebrantable. En lugar de ello, Lászlo Tóth se muestra como un personaje moldeado y, en muchos aspectos, dominado por el sistema que busca desafiar. Felicity Jones, quien interpreta el papel de su esposa, añade una dimensión más accesible y humana, contrastando con la épica narrativa heroica predominante. Así, The Brutalist se erige como una contribución valiosa al debate contemporáneo sobre la validez del individualismo y las promesas del sueño americano, y plantea preguntas que resuenan a lo largo de su metraje, impulsando al espectador a reflexionar sobre la verdadera naturaleza de la libertad y el éxito en la sociedad actual.