La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) se encuentra en un momento crucial al decidir sobre la Oferta Pública de Adquisición (OPA) de BBVA sobre Banco Sabadell. Esta decisión, que puede resultar en la aprobación en fase 1 o en el paso a una fase 2 para realizar un análisis más detallado, tiene importantes implicaciones para el sector bancario en España. Si se lleva a cabo una fusión entre ambos bancos, se alteraría considerablemente el equilibrio del mercado, lo que ha puesto en alerta a los actores del sector.
La posibilidad de que la CNMC opte por la fase 2 significa que BBVA podría confrontar restricciones o condiciones adicionales que complicarían la compra de Sabadell, extendiendo así los plazos de ejecución de la operación hasta el primer trimestre de 2025. En esta coyuntura, la decisión del organismo regulador se convertirá en un elemento determinante, y la intervención del Gobierno no se descarta si se consideran afectados intereses nacionales.
En caso de que la CNMC avance a la fase 2, BBVA tendría que esperar un análisis exhaustivo que afectaría su calendario de integración con Sabadell. Esta situación podría ser aún más complicada si la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) decidiera aprobar el folleto de la oferta antes de que la CNMC emita su veredicto final, lo que podría resultar en una oferta incompleta para los accionistas de Sabadell y generar incertidumbre respecto al verdadero valor de la fusión. Además, la CNMC podría exigir medidas correctivas significativas o incluso rechazar la OPA, lo que introduciría más riesgos para BBVA.
El resultado de esta operación no solamente impactará a las entidades involucradas, sino que también puede marcar un hito en un sector que ha visto consolidaciones significativas recientemente, como las fusiones de CaixaBank-Bankia y Unicaja-Liberbank. La CNMC cuenta con un plazo hasta mediados de noviembre para tomar su decisión, que no solo definirá el futuro de BBVA y Sabadell, sino también el contexto del sistema financiero español en su conjunto. La aprobación en fase 1 facilitaría un proceso de fusión más ágil, mientras que un tránsito a la fase 2 podría prolongar la incertidumbre y complicar los planes estratégicos de ambas organizaciones.
