En el contexto deportivo actual, donde el resultado suele prevalecer sobre los valores transmitidos, el Caserío de este año ha marcado un antes y un después en la forma de concebir el deporte. Santi Urdiales, técnico del equipo, enalteció la labor de sus jugadores, quienes, más allá de buscar la victoria a toda costa, se enfocaron en transmitir valores como el compañerismo, la perseverancia y el espíritu de superación. Este enfoque ha repercutido positivamente no solo en el rendimiento del equipo sino también en la percepción de la comunidad hacia el deporte en sí.
La dedicación y el esfuerzo del equipo han sido ejemplares, demostrando que el verdadero triunfo trasciende los marcadores y se refleja en la actitud tanto dentro como fuera del campo. A pesar de enfrentarse a equipos con mayor presupuesto o talento individual, el Caserío ha sabido mantenerse competitivo, demostrando que la estrategia y los valores colectivos pueden igualar las condiciones de juego. Urdiales destacó este punto como clave para entender el notable rendimiento de su equipo durante la temporada.
El legado de esta temporada del Caserío no solo quedará en los anales de su historia por los resultados obtenidos sino, más importante aún, por haber sido un vehículo de valores positivos en el deporte. La comunidad, reconociendo este esfuerzo y enfoque, ha respaldado al equipo de manera incondicional, estableciendo un vínculo emocional y de identificación que va mucho más allá de lo deportivo. Este acercamiento entre equipo y comunidad se perfila no solo como la base de futuros éxitos sino como el inicio de una nueva era donde los valores y el deporte caminan de la mano.
