En un giro inesperado de los acontecimientos, la extrema derecha francesa se encuentra a las puertas de obtener la mayoría en la Asamblea Nacional, lo que le daría el poder para dirigir el próximo gobierno del país. Tras ganar la primera vuelta de las elecciones con el 33,15% de los votos, el partido liderado por Jordan Bardella ha logrado casi el doble de apoyo en comparación con las elecciones anteriores.
Esta situación ha generado una movilización sin precedentes por parte de los ciudadanos, con una participación estimada en torno al 68%. La segunda vuelta, que se celebrará el domingo 7 de julio, se presenta como un momento decisivo en el futuro político de Francia.
Ante la amenaza de la extrema derecha, se han multiplicado las llamadas a la creación de un «frente republicano» para bloquear su avance. El presidente Emmanuel Macron ha instado a una «gran unión claramente democrática y republicana» en contra de la Agrupación Nacional, aunque la inclusión de ciertos partidos en esta coalición sigue siendo motivo de debate.
En medio de esta situación, el papel del bloque presidencial y de la izquierda se vuelve crucial. El primer ministro ha pedido la retirada de ciertos candidatos con el fin de evitar la victoria de la extrema derecha, lo que ha generado tensiones y debates en el panorama político francés.
Con el destino político del país en juego, los ciudadanos franceses tendrán siete días para decidir quién dirigirá el gobierno y marcará el rumbo de Francia en los próximos años.