La Cátedra del Tajo UCLM-Soliss ha enfatizado la necesidad de establecer reglas de explotación del trasvase Tajo-Segura que garanticen «estabilidad» y «previsibilidad» en la gestión del agua, con el objetivo de evitar «situaciones de excepcionalidad hidrológica». En un comunicado reciente, la Cátedra ha señalado que un sistema que pasa la mitad del tiempo en crisis «no es útil para nadie» y subraya que la clave consiste en optimizar la gestión del agua disponible en lugar de prometer más agua de la que realmente se tiene.
El trasvase Tajo-Segura (ATS) es un tema recurrente y polémico en la política hidráulica española, donde frecuentemente se discuten la cantidad de hectómetros cúbicos a trasladar y los umbrales establecidos. Sin embargo, según lo indicado por la Cátedra, en estas conversaciones a menudo se ignora un aspecto fundamental: «el agua disponible en la cabecera del Tajo depende de lo que entra en los embalses, no de lo que nos gustaría sacar». Por ello, enfatizan que «no se trasvasa lo que se quiere, sino lo que se puede».
Ante la posibilidad de una nueva propuesta para modificar las reglas del ATS, la Cátedra ha examinado la gestión de esta infraestructura y ha proporcionado datos históricos que reflejan un cambio estructural en la hidrología del sistema. Entre 1958 y 1980, los embalses de Entrepeñas y Buendía recibían una media de 1.437 hectómetros cúbicos anuales, cifra que se ha reducido casi a la mitad desde 1980 y que ha bajado aún más, a 692 hectómetros cúbicos anuales desde 2009. Este descenso exige una adaptación en la gestión del sistema.
Además, la Cátedra ha señalado que el llenado medio de los embalses ha disminuido drásticamente, del 65% en el periodo de 1958 a 1980, a solo un 26% en la actualidad. Aunque la capacidad física de almacenamiento sigue siendo constante, las reglas de explotación han llevado a operar los embalses en niveles bajos para disminuir la evaporación, lo que ha resultado en una mayor irregularidad en los trasvases y un incremento en el tiempo en situaciones excepcionales.
Los datos históricos también indican que, con las reglas establecidas en 1997, el sistema experimentó un 24% del tiempo en situaciones de excepcionalidad, una cifra que se disparó al 65% bajo las reglas de 2014. A pesar de las modificaciones realizadas en 2021, la situación sigue siendo preocupante, con un 42% del tiempo en Nivel 3.
La conclusión de la Cátedra es clara: la discusión no debería centrarse únicamente en si el umbral de no trasvase debe fijarse en 400 o 500 hectómetros cúbicos, sino en reconocer que la hidrología ha cambiado. Desde un enfoque técnico, y considerando las actuales aportaciones de 692 hectómetros cúbicos anuales, se plantea que una gestión sostenible implicaría liberar aproximadamente 600 hectómetros cúbicos al año, de los cuales alrededor de 480 estarían destinados a satisfacer las necesidades del Tajo y los caudales ecológicos fijados en el Plan Hidrológico, dejando unos 120 hectómetros cúbicos disponibles para el trasvase.
vía: Diario de Castilla-La Mancha
