El brutalismo, un estilo arquitectónico caracterizado por su uso del hormigón y su estética cruda y robusta, ha experimentado un notable resurgimiento en los últimos años. Aunque en sus inicios fue visto como símbolo de frialdad y agresividad visual, hoy en día se considera una expresión auténtica de la modernidad. DmasC Arquitectos, un estudio dedicado a la innovación y el diálogo en el campo de la arquitectura, se pregunta si este renacimiento del brutalismo es simplemente un revival nostálgico o si representa una resurrección genuina de este estilo.
El brutalismo surgió en la posguerra, en los años 50, como respuesta a la devastación causada por la Segunda Guerra Mundial. Los arquitectos Alison y Peter Smithson fueron pioneros en popularizar este estilo, que se centraba en la funcionalidad y en el uso del hormigón visto. Le Corbusier también contribuyó al movimiento con su concepto de «béton brut». La premisa básica del brutalismo era crear estructuras duraderas, accesibles y robustas para las masas.
En España, el brutalismo no alcanzó la misma prominencia que en otros países europeos, pero dejó ejemplos significativos como Torres Blancas en Madrid, el Walden 7 de Ricardo Bofill en Barcelona y la «Corona de Espinas» de Fernando Higueras. Sin embargo, muchos edificios brutalistas han sido objeto de demolición debido a la percepción de que eran antiestéticos. En el contexto internacional, el brutalismo estuvo asociado al poder estatal en la antigua URSS y en varios países de Europa del Este, donde las estructuras de hormigón se utilizaban para transmitir una imagen de fuerza.
En el Reino Unido, el brutalismo dominó la construcción de viviendas sociales en las décadas de los 60 y 70, como se refleja en el Barbican Centre de Londres. En Japón, arquitectos como Kenzo Tange incorporaron elementos tradicionales a este estilo más robusto, dando lugar a una interesante fusión. Sin embargo, en los años 80 y 90, el brutalismo cayó en desgracia, asociado con edificios gubernamentales y proyectos de vivienda social mal mantenidos, convirtiéndose en símbolo de desolación y abandono.
Hoy en día, el resurgimiento del brutalismo se percibe como una reacción a un mundo demasiado digitalizado en términos arquitectónicos, buscando recuperar una estética de solidez y autenticidad. Este estilo ha encontrado un papel relevante en el cine, donde ha sido utilizado para evocar distopías y resaltar temas de poder y control en películas como «A Clockwork Orange» y «Blade Runner 2049». Más recientemente, la película «The Brutalist» ha contribuido a revitalizar la conversación en torno al brutalismo.
En la cultura popular, el brutalismo ha renacido en la mirada de nuevas generaciones a través de plataformas como Instagram y TikTok, donde su geometría y fotogenia son celebradas como símbolos de autenticidad y rebeldía. Este fenómeno ha llevado a que marcas de lujo y diseñadores integren este estilo en sus propuestas, revalorizándolo en el imaginario colectivo. Además, el impacto del brutalismo se ha trasladado al interiorismo, donde su estética minimalista y el uso de materiales en bruto han dado lugar a espacios contemporáneos, aunque su implementación requiere un equilibrio cuidadoso para evitar ambientes fríos.
En ciudades como Londres y Berlín, se están llevando a cabo iniciativas para rehabilitar edificios brutalistas, con campañas destinadas a preservar estas estructuras emblemáticas. La arquitectura contemporánea busca reinterpretar los principios del brutalismo de manera más habitable y sostenible. Aunque es poco probable que el brutalismo vuelva a dominar el paisaje urbano, su legado perdura en múltiples disciplinas culturales, desde la arquitectura hasta el cine y la moda.
En última instancia, DmasC Arquitectos reafirma su compromiso de transformar cada idea en un espacio que no solo cumpla con los estándares estéticos actuales, sino que también enriquezca la experiencia humana. El brutalismo, con su expresividad y su carácter único, continúa siendo una fuente de inspiración y debate en el mundo de la arquitectura y el diseño, demostrando que su valor trasciende las opiniones y tendencias del momento.
