César Román, conocido como el Rey del Cachopo, ha impactado a la opinión pública tras la divulgación de una carta escrita desde la cárcel, en la que expresa su amor inquebrantable hacia Heidi Paz, la mujer a la que asesinó y descuartizó en 2018. A pesar de la brutalidad de su crimen, Román alega que Heidi lo ha perdonado y que su espíritu lo visita en sueños, guiándolo en su vida actual. Estas revelaciones han generado una ola de conmoción, dado que está cumpliendo una condena de 15 años por el asesinato de su ex pareja.
En la misiva, obtenida en exclusiva por el programa «Y ahora Sonsoles», Román refleja un profundo anhelo por volver a estar con Heidi, describiendo su relación como breve pero intensa. Afirma que estaría dispuesto a pagar con su vida para revivir la cercanía que una vez compartieron. Sin embargo, estas afirmaciones han sido desmentidas por la madre de Heidi, quien ha declarado que su hija vivía con miedo constante y sufría maltratos a manos de Román.
A través de sus palabras, el Rey del Cachopo parece alcanzar una especie de paz interior, sosteniendo que el perdón de Heidi le proporciona la fuerza necesaria para enfrentar el futuro y evitar repetir los errores del pasado. Román manifiesta su continuo enamoramiento por Heidi y expresa el deseo de regresar al momento anterior al crimen para poder pedirle perdón y mirarla a los ojos una última vez. Aunque sus reflexiones están impregnadas de arrepentimiento, el horror de su acción permanece inmutable.
El caso de César Román, que sacudió a España en 2018, se recuerda por la brutalidad con la que fue cometido. El cuerpo de Heidi fue encontrado en una nave industrial, desmembrado y con evidencias de extrema violencia, dejando al descubierto la monstruosidad detrás de la apodada figura del Rey del Cachopo, un hombre que continuó con su vida tras cometer uno de los crímenes más atroces del país.
La carta de Román, aunque intenta revelar un lado humano y arrepentido, sirve como un recordatorio escalofriante del sufrimiento infligido a Heidi y a su familia. Su búsqueda de redención y paz contrasta con la realidad de un acto que dejó una huella imborrable en quienes conocieron a la víctima.
