En las últimas semanas, hemos visto una clara disminución en las medidas restrictivas relacionadas con la COVID-19, lo que ha generado un impulso en el sector turístico y una recuperación de las cifras anteriores a la pandemia, o incluso su superación. Sin embargo, esto ha vuelto a poner en el centro del debate el conflicto entre el modelo de turismo y el modelo de ciudad. La pregunta que surge es: ¿debería el modelo de ciudad condicionar el modelo de turismo, o debería ser al contrario?
La pandemia ha provocado una serie de transformaciones en todos los sectores, y el turismo no se ha librado de ello. Esto ha obligado a las empresas a tomar medidas para adaptarse a la nueva situación, incorporando, por ejemplo, el uso de tecnología para evitar contagios y nuevos conceptos como la resiliencia y la adaptación a las crisis. Además, según Francesc González Reverté, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC y director del grado de Turismo, existe una mayor sensibilidad social ante los impactos negativos del turismo, lo que hace necesario planificar teniendo en cuenta la adaptación y la resiliencia a las crisis, así como definir planes de contingencia.
Aunque el modelo de ciudad y el de turismo deberían entenderse, lo cierto es que existe un conflicto entre ambos. En ocasiones, las ciudades han apostado por el turismo como estrategia de desarrollo urbano sin tener en cuenta la opinión de los residentes ni los aspectos negativos o las desigualdades que puede conllevar dicho desarrollo. Según González, es necesario incorporar la mirada de los agentes locales y los residentes en la planificación turística. Por su parte, Joan Miquel Gomis, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC y miembro del grupo de investigación en turismo de la UOC NOUTUR, propone establecer una visión sostenible global que vaya más allá del turismo y analice de manera integral las necesidades de infraestructuras, movilidad, vivienda, energías renovables, etc. Para él, el modelo de ciudad debería condicionar el modelo de turismo.
Existen factores macro como las guerras, pandemias o inflación, que influyen en los mercados y, por tanto, en las posibilidades de desarrollo de los destinos urbanos. Pero también existen factores micro, como la transformación de la imagen del destino y la percepción del riesgo sanitario, que pueden influir en las preferencias de la demanda y condicionar el desarrollo turístico.
La clave para la convivencia entre el turismo y la ciudad está en «modelar una relación más coherente del turismo con el entorno urbano para evitar o reducir el conflicto con los residentes», según González. Las nuevas tendencias en el debate sobre el papel del turismo en la ciudad, como la socialización del turismo, el decrecimiento o el turismo inclusivo, podrían marcar la pauta en el futuro. Además, las soluciones tecnológicas y la implementación de destinos turísticos inteligentes pueden mejorar la sostenibilidad urbana y la gestión turística diaria.
En tiempos de transición, el concepto de éxito está experimentando una mutación. Antes, el éxito se medía en función del número de turistas, sin tener en cuenta otros factores. Sin embargo, es necesario tener en cuenta valores como la sostenibilidad para evaluar los resultados de las nuevas políticas turísticas. Para González, también es necesario introducir diferentes parámetros de calidad de vida, bienestar y felicidad para comprender la respuesta emocional de las personas, tanto turistas como residentes, y su capacidad de entenderse en el complejo desarrollo de la cotidianidad de la ciudad compartiendo el espacio público.
En conclusión, el modelo de ciudad y el de turismo están condenados a entenderse, pero es necesario que el turismo se desarrolle de forma sostenible y se incorpore la perspectiva de los residentes en la planificación turística. La ciudad del futuro debería ser capaz de modelar una relación más coherente del turismo con su entorno urbano y tener en cuenta valores como la sostenibilidad y la calidad de vida.
